26 AÑOS DEL APPETITE FOR DESTRUCTION
Joder como pasa el tiempo, como nos vamos haciendo mas viejos y acumulando historias y vivencias. 26 años han pasado ya desde que se lanzara "Appetite for destruction". Como ha llovido desde el 87, en todos los aspectos. 14 años tenia en esa epoca (hasta noviembre no cumpliria los 15). Enganchado ya al hard rock y al heavy metal, comenzaba a escuchar hablar de Guns n Roses, y recuerdo bajar hasta Cádiz a una tienda de discos, y comprar este disco en cinta de cassette. Evidentemente no esperé a llegar a casa, siempre ha cuesta con mi walkman, durante el trayecto de vuelta a casa, fueron sonando las primeras canciones de este disco que taladraron mi cerebro sin vuelta atrás. Aquello era una inyección de mala leche, lejos de los bonitos coros y estudiadas melodias que campaban a sus anchas por la época, canciones como "Wellcome to the jungle", "It's so easy" o "Mr Brownstone" eran una patada en la cara llena de chuleria, de ganas de comerse el mundo y deshacerse de las putadas que te hace la vida cuando te niegas a pasar por el aro.
Guns n Roses se convirtieron en una obsesión personal, no podria contar las veces que sonaba este disco en casa, una vez tras otra, mientras leia en las revistas sobre la leyenda de forajidos que se iban forjando estos 5 tipos, capaces de crear una química perfecta entre ellos y reflejarlas en 12 lecciones de rock and roll, adrenalina e inconformismo. Cuando cayó en mis manos la grabacion en vhs del famoso concierto del Ritz, y pude ver lo que estos tios eran capaces de dar en directo, ese salvajismo que confrontaba directamente con las poses estudiadas y los mecheros alumbrando power balladas de aquellos dias de final de los 80, fue la inoculación definitiva del veneno de Guns n Roses. Todo lo que representaban, aquella portada censurada, esas canciones y todo lo que les rodeaba, les lanzó directos a una carrera hacia las estrellas, con todos los ocasos que ello representa.
Historias de la calle cegadas por las luces de la gran ciudad, de adicciones, de amores perdidos, destiladas con sabor a Jack Daniels, sangre y cerveza entre los surcos, que les crearon una legión de fans y otra de enemigos, de elogios y críticas, pero nunca indiferencia. Nos contaron que sus ojos eran azules como el cielo, que un poco dejó de ser suficiente o que su papá trabajaba en el negocio del porno y su madre solia abusar de la heroina y ahora estaba bajo tierra. Nos dieron la bienvenida a la jungla, nos indicaron el camino a la ciudad Paraiso, nos presentaron a Michelle y nos enseñaron donde comprar vino barato para matar la noche. Pasaron de compartir sus vicios en el suelo de un sucio piso a rodearse de lujos y excesos, el tiempo fue pasando y aplicando a unos el rol de malos y a otros el de buenos, aunque la verdad solo la sepan ellos.
Ya han pasado 26 años, ellos han cambiado, vosotros habeis cambiado, yo he cambiado, pero "Appetite for destruction" sigue siendo esa joya a la que el tiempo no podrá poner jamás fecha de caducidad. Sus canciones siguen siendo sugerentes y directa. Fueron la patada en los huevos que necesitaba un hard rock, harto de comenzar a ser chicos buenos con caras bonitas, y con ganas de gritar, somos peligrosos. Por cierto, esta es la entrada número 1000 del blog y que mejor manera que celebrarlo, con uno de esos discos que siempre acompañará mi camino, y una de las bandas que siempre tendré como cabecera.
Comentarios
Felices 1000, a todo esto.
Rock-On!
Nos hacemos mayores, joder...
Saludos!
Viva el Blues!
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Por cierto, felicidades again por los 1000.