EL ROMPEOLAS


Siempre he dicho y repetido, que no siento ni necesito esos lazos, que conformen el apego a los lugares, ni siquiera a los que me han visto nacer o crecer. Mis nostalgias van unidas a personas o momentos, imagenes, sonidos o vivencias, mas que al nombre de una calle o los perimetros de un conjunto de aceras. Sin embargo, si hay un lugar que cuando lo he tenido lejos de la vista, el olfato y el tacto. No es otro que el mar, siempre unido a mi desde pequeño, sin importarme aquella costa besada por sus largos brazos, siempre que su salada claridad la pudiese sentir cerca de la cara. Dicen que la vida esta hecha de retales, muchos de ellos confeccionados de pequeños detalles. 

Junto a los que componen el verano en mi camisa zurcida de recuerdos, pocos me hacen sentir tan bien, como sentarme a la orilla, notando las dulces embestidas del mar en mis pies, mientras mis manos acarician algún libro. Levantar la cabeza de la lectura, echar un vistazo alrededor, y ver alrededor a aquellos que me importan, mientras la brisa mece mis pensamientos. Cuando llega el invierno, y no puedo acudir a mi cita con las olas, enciendo mi equipo de música, y dejo que Loquillo me recuerde el mar con su "Rompeolas". Es el poder de la música. "Lunes, Martes, Miércoles, mirando hacia el mar. Es un buen lugar para irse a olvidar..."


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