Bad Touch - Bittersweet satisfaction
Nunca tuve alma de poeta, de haber sido así, la hubiese vendido al primer incauto que encontrase en algún cruce de caminos, convencido como vivo de que el corazón, animal extraño, aun conociendo de primera mano aquello que hace daño, cierra los ojos y ordena lanzarte de cabeza. ¡Salta, que ya encontrarás algún lugar donde zurcir las heridas!. No saldrá de mi boca ningún reproche por ello. No concibo la vida sin cicatrices que enseñan tanto como los besos que a la hora de comparar hacen comprender que una sonrisa vale mucho más que cualquier pena, aunque dure tan solo un segundo en este mundo de rancias costumbres. Cada cual con las suyas, yo con las mías, que siguen bañadas por la distorsión de una guitarra eléctrica capaz de inspirar en mi cerebro, la descarga necesaria para dar en forma de palabras -o perecer en el intento, exagerando el asunto en cuestión- aquello que es capaz de hacerme sentir vivo una y otra vez, algo que el tiempo no ha sido capaz de matar. Cuidado, que no pr