THE QUIREBOYS -SALA APOLO 2, BARCELONA. 13/01/2015
Que Spike es uno de los frontman con mayor carisma, sino el que más, del panorama musical actual, queda fuera de toda duda cuando lo ves sobre un escenario: vaso en mano, pañuelo en la cabeza, sonrisa en los labios y brillo en los ojos. Se mueve y contonea, gira sobre si mismo, señala al público y sonríe. Una sonrisa eterna, bromeando con los miembros de su banda. Anima a las nuevas incorporaciones, juega con los viejos compañeros, ríe con los fans. Y canta, vaya si canta. Con el corazón en la boca, en cada estrofa.
Atrás quedaron los años de gloria: Donnington, Reading, el Top of the Pops, las listas de éxitos, las portadas, los titulares de una rivalidad inventada con los Dogs D'Amour de Tyla. Quireboys siguen ofreciendo ese rock & roll de la vieja escuela británica, salpicado de pintas de cerveza en un humeante pub, donde los más viejos se unen con los más jóvenes, jarras en alto, en un coro. La música de la banda confraterniza, nos hace cómplices de sus logros y derrotas. Todos nos hemos llevado nuestras hostias; y hemos soñado con las piernas de aquella chica del instituto que nos sonreía mientras se apretaba al brazo de su chico. Alguna victoria conseguimos también.
El show arrancó con Troublemaker, y problemas de micro que continuaron durante buena parte del concierto que pudo haber dado al traste con el espectáculo si no llega a ser por el buen humor de Spike. Aun así, la banda salió como un cañón interpretando este tema del último disco. Del primero, aquel lejano A Bit of What You Fancy, cayeron casi todas las que tenían que sonar, y al que escribe esto se le saltaban las lágrimas de felicidad a los primeros acordes de Misled, There She Goes Again y Roses & Rings, que no tardaron en aparecer. Si a AC/DC o los Stones no se les exige una cuota mínima de canciones nuevas en sus conciertos, tampoco voy a hacerlo yo con Quireboys. Claro que toda su discografía es de una calidad incontestable, pero es que sus dos primeros discos están, simplemente, por encima del bien y del mal. Son dos obras maestras del rock. No se les puede pedir más.
Aun así, los Quireboys van dejando caer las canciones más emblemáticas de su carrera: Beautiful Curse, This Is Rock & Roll, esa joya que es Mona Lisa Smiled, la tremenda What Do You Want From Me? también de su último álbum Black Eyed Sons, Tramps & Thieves de su segundo y disco. El público se las conoce todas, y aunque el idioma de Shakespeare nos sigue siendo tan ajeno como a un marciano, se corea y acompaña en los estribillos. Cañonazos como Whipping Boy, las exitosas Hey You y I Don't Love You Anymore, una enorme Sweet Mary Anne y Spike pidiendo la hora para presentar 7 O'Clock como cierre. Entre medio, Stubborn Kinda Heart.
Ya se han hecho las presentaciones de la banda: Paul Guerin y Guy Griffin juegan con las slides, Keith Weir al piano, y las nuevas incorporaciones al bajo y batería. Pero todavía queda tiempo para un par de bises con I Love This Dirty Town (Barcelona!!!) y el apoteósico Sex Party. Final de fiesta para una nueva noche de magia para unos pocos afortunados que todavía creemos en el rock & roll.
PD. Lamento no acompañar fotos del concierto, pero es que de verdad, me da mucho palo sacar el móvil en medio de un concierto para echar unas fotos mal hechas.
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