Días de radio y rock and roll

La radio siempre ha sido mi aliada fiel, desde hace ya tanto, que no recuerdo cuando comencé a perderme entre su dial. Infatigable compañera de noches en vela, de largos viajes, alternando y reivindicando su lugar, entre discos una y otra vez escuchados. Gracias a la radio descubrí el blues, una noche en la que topé casi por casualidad con un programa llamado El tren del blues, que dedicaba un especial a Johnny Winter. Noches de adolescencia entre sabanas, con los auriculares escuchando la Emisión Pirata y la excitación cuando comenzaba a sonar "Fox on the run" de manos de Mad Max. Bandas por descubrir, canciones por tararear, apuntando en un viejo cuaderno, nombres que buscar, grupos por encontrar, bien en los estantes de tiendas de discos o catálogos, bien en las colecciones privadas de amigos a los que recurrir, en busca de esa sensación de disfrutar con nuevo disco, que saborear hasta aprender de memoria cada acorde.


Recuerdos de diales manuales, buscando ese punto exacto en el que escuchar aquel programa de radio, fuera alejado de las grandes dueñas de las ondas, donde sonaban bandas que te hacía pensar, que aún había mucho más fuera de las publicaciones que coleccionaba y devoraba con la ansiedad del que es conocedor de que existe todo un mundo por descubrir. Los días de radio y rock and roll, siempre han sido una constante en mi vida, y lo seguirán siendo. Cierto es que en lo que respecta a música, hace bastante que me aleje de las emisoras convencionales. Internet y los podcast, se han convertido en habituales de una nueva realidad. Programas de gente con las que he establecido un contacto personal, gente que a su buen hacer unen una pasión por esta música nuestra, se han convertido en mi nueva comunión con la radio musical. Programas como Feedback Rock, Freak Station, Rock Museum o El Behringer del Capi, invaden mis tiempos de radio y rock and roll, que así sea.


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