ATAVISMO - Inerte
Puedo quedarme prendado de un cuadro, hipnotizado por su belleza, algo inconsciente que no te permite retirar la mirada sin sentir cierto desasosiego. Igual me puede ocurrir con una fotografía, cuyo impacto visual cale en lo más profundo de mis sentidos, y sea capaz de expresar algo que solo tu puedes comprender. Me puedo quedar prendado de un rostro, de una mirada, de unas vistas, obra de la naturaleza o la mano del hombre. Es difícil explicar la belleza, pero es sencillo sentirla y necesario dejarse llevar por su embrujo. ¿Puede ser bella una canción, un disco?. La música es capaz de transmitir emociones y aunque no sean tus ojos quienes la reconozcan, la belleza se impregna en cada nota que es capaz de ofrecerte una realidad de la que eres el principal protagonista.
Y hablo de belleza porque es la palabra que recurre a mi cerebro una y otra vez cada vez que escucho el nuevo lanzamiento de Atavismo. "Inerte" es ese algo especial que tan solo está al alcance de unos pocos privilegiados capaces de crear, y que por desgracia, tan solo unos cuantos cautos serán capaces de abrir sus balcones del alma para dejar que música les hechice. Los 8.29 minutos de la canción que abre el disco, "Pan y dolor" son un viaje del que no querrás llegar a su fin, esos ecos del rock andaluz, esa presencia de Triana, ese orgullo con sabor a sur rebozando en los corazones, ese ritmo hipnótico, ese cambio demoledor a los tres minutos y pico que anuncia una calma placentera que te va llevando de vuelta al tono inicial. ¡Increible!, tanto, que antes de pasar a la siguiente canción, no puedo vencer la tentación de volver a hacerla sonar una vez más.
Pasamos a "El sueño", en el que la guitarra es ese guia por un viaje lisérgico, litúrgico de sensaciones que atrapa tu mano y ante el que te dejas llevar. Agrandan ese caleidoscopio el juego de voces y esa batería que marca los compases del hipnotismo durante los once minutos y pico que dura, y que a mitad de canción, la línea de bajo se convierte en ese punto fijo donde agarrarse inmerso en esta droga mental con forma de canción sin fronteras ni límites para Poti, Sandra y Mateo. "La maldición del Zisco" adopta un minutaje más al uso, pero no por ello vulgariza la fórmula, de nuevo ese ritmo fluyendo, ese trance del que es muy culpable el sonido de batería, y la voz, esa fabulosa pócima en la que son capaces de mezclar el sonido psicodélico, ácido, envuelto de esa presencia absoluta del rock andaluz en un universo propio.
"Belleza cuatro" es como esa pastilla con la que te vuelves pequeños y atraviesas la puerta siguiendo al conejo loco mientras sorteas a la vengativa Reina de Corazones, y el sombrerero loco te susurra al oído palabras que hacen volar, mientras sigue sonando esta canción de reminiscencias a Jefferson Airplane. El viaje va llegando a su fin, puedes percibir a lo lejos de nuevo las puertas de la realidad mientras tu espíritu flota al son de "Volarás", que es el regreso al presente de "Time to fly" de Mind!, antigua encarnación de los miembros de la banda, que durante diez minutos de pura psicodelia te deja sin aliento, sin posibilidad de ganas de vuelta atrás, si no es para volver a emprender el viaje completo de nuevo. Atavismo han creado una obra maestra, un punto y aparte. Desdichados aquellos que se nieguen a abrir las puertas de la percepción y disfrutar de este "Inerte"
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