Clásicos del heavy hispano: EXODO - The new Babylon
Por edad tuve tiempo de vivir parte de los mejores tiempos del heavy metal en este país. Comencé mi amor eterno a las cuerdas de aceros en el 84, y probablemente hasta el 87 u 88, donde las bandas señeras del género se encontraron un poco desplazadas y además los tiempos cambiaban, con nuevas formas de entender el hard rock y el heavy metal que venían bien desde los USA o desde Alemania, dieron paso a una nueva generación de bandas, curiosamente más valoradas muchos años después cuando ya eran parte de la historia que en el momento en que luchaban por hacerse su hueco. Grupos como Sangre Azul, Niagara, Hiroshima, Dama Feudal, Fuck Off, Muro, Legion, Crom, Maniac, Shalom... se abrian paso con nuevas ideas y pretendiendo dar el relevo a los Banzai, Tigres, Barón Rojo, Panzer, Sobredosis, Obús y un largo etcétera, que bien habían ya desaparecido o se encontraban desubicados. Y aunque tanto Obús como Barón si que mantenían un status a pesar de que mostraban un cierto y perceptible declive, la escena estaba cambiando o al menos intentándolo.
1987 y 1988 fueron dos años excepcionales si hablamos del heavy metal y hard rock mundial, discos como "Appetite for destruction", "Permanent Vacation", "Among the living", "Fighting the world", "Retalation", "Future World", "Back for the attack", "Keeper of the seven keys I", "Abigail", "Saints will conquer", "Skycraper", "So far, so good...so what" u "Operation mindcrime" por nombrar solo algunos. En España, donde mucha gente se aferraba a aquella rancia coletilla de yo no escucho grupos españoles, la situación era muy diferente a la del resto del globo. Aquí el heavy tenía un contenido más social, un ramalazo más marginal, bien fuese por las reconversiones industriales de las grandes ciudades o la intolerancia en otras más pequeñas. El heavy era una forma de sentir, de identificarse con otros que necesitaban la misma música que tu para seguir adelante cada día, y además era una lucha, una forma de rebeldía contra una sociedad establecida que presumía de moderna pero aún vivía anclada en anquilosadas formas del pasado. El heavy metal desprendía un aroma de peligro que desgraciadamente, fue perdiendo con el tiempo.
En pleno apogeo metálico, en este país aún se podía hablar de underground, el heavy metal a final de los ochenta no era ese fenómeno de masas que se vivía en otros países, por lo que montar una banda y lanzar un disco todavía seguía siendo una odisea, más aún si no eras de Madrid o Barcelona. El País Vasco, además de cuna del punk combativo, siempre fue un importante caldo de cultivo del heavy metal tradicional. Ángeles del Infierno es sin lugar a duda el nombre que a todos nos viene a la cabeza, la banda referencia cuando hablamos de heavy metal en Euskalherria. Pero nos llegaban noticias y sobre todo un tráfico de cintas de cassette de bandas como BO2, Estigia, Thor o Leize, por nombrar algunas de las que eran más reconocidas por todo el territorio. Pero de aquella hornada de bandas, en 1988 se lanzaron dos de mis discos favoritos, "Devorando las calles" que lanzaron Leize y "The new Babylon" de Éxodo. Y de estos últimos voy a hablar. Apartados un poco del heavy metal tradicional de corte británico, centrados en un sonido más propios de aquellos años, con influencias del power metal americano, de gente como Queensryche e incluso del metal alemán de final de los ochenta.
En pleno apogeo metálico, en este país aún se podía hablar de underground, el heavy metal a final de los ochenta no era ese fenómeno de masas que se vivía en otros países, por lo que montar una banda y lanzar un disco todavía seguía siendo una odisea, más aún si no eras de Madrid o Barcelona. El País Vasco, además de cuna del punk combativo, siempre fue un importante caldo de cultivo del heavy metal tradicional. Ángeles del Infierno es sin lugar a duda el nombre que a todos nos viene a la cabeza, la banda referencia cuando hablamos de heavy metal en Euskalherria. Pero nos llegaban noticias y sobre todo un tráfico de cintas de cassette de bandas como BO2, Estigia, Thor o Leize, por nombrar algunas de las que eran más reconocidas por todo el territorio. Pero de aquella hornada de bandas, en 1988 se lanzaron dos de mis discos favoritos, "Devorando las calles" que lanzaron Leize y "The new Babylon" de Éxodo. Y de estos últimos voy a hablar. Apartados un poco del heavy metal tradicional de corte británico, centrados en un sonido más propios de aquellos años, con influencias del power metal americano, de gente como Queensryche e incluso del metal alemán de final de los ochenta.
Venían de Sestao y firman con Discos Suicidas, despúes de grabar un single titulado "Jezabel", lanzaron su único disco hasta el momento, además apostando por cantar en inglés, algo que en aquellos momentos no era fácil, porque mucha gente no estaba a favor de escuchar a bandas de aquí cantando ese idioma. Durante cuarenta minutos y ocho canciones, Inaki Urkizu: Voz, Quique Villegas: Guitarra, Jose Luis Arbide: Guitarra, Koldo Pizarro: Batería y Seni Lopez: Bajo demostraban atesorar un nivel y una proyección que posiblemente, de haberse dado en otro país, les hubiese dado el empujón necesario para contar como favoritos de muchos fans del heavy metal, pero en este país, la historia era la de siempre. Detrás de una portada poderosa, pero que reconozco que nunca me gustó demasiado, el disco se abría con una potentísima "Groups of defence", una magnífica demostración del heavy de esos días, riff marcado, cambio de ritmo, un estribillo pegadizo, buscando la melodía. Mi canción favorita del disco es precisamente la que da nombre al disco, con la que se podían emparenta con cualquiera de esas bandas que asomaban la cabeza entre el mar de grupos clásicos.
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