DESASTRE - No hay sitio para nadie más

A ver, voy a ser sincero, ¡que alegría me ha dado tener en mis manos el nuevo disco de Desastre!. Los de Usera llevan desde el 88 contando historias revestidas de guitarras eléctricas, auténtico rock de barrio que desprende autenticidad por cada poro, por cada acorde mojado en cerveza, unos tíos que dan nombre a una calle de un pueblo cántabro, San Mateo Buelna. Desastre sacan su séptimo disco de estudio y van a lo suyo, rock urbano o como le queráis llamar, rocanrol que me ha gustado a mi más de toda la vida, letras de bares de esquina, de vecinos de abajo, de rabia en los dientes al comprobar la cuenta corriente cada día diez. Desastre siempre han dado mucha importancia a la letras y aquí no iba a ser menos. Guitarras crujientes dan fuerza a "La cometa azul", que por poner en antecedentes, puede recordar a ratos en la estrofa a Porretas. "El circo" es herencia del rock madrileño, más Leño en esas guitarras.


"No hay sitio para nadie más" tiene tintes de rock clásico, con una letra que no deberías dejar de escuchar, verdades como catedrales. Una de mis canciones favoritas del disco es "La Princesa de Usera", tanto musicalmente como liricamente, una historia dura y por desgracia no solo real en una canción. "No les creas!!!" cambia totalmente de registro, ese riff se alinea en historias muy alejadas de su sonido y los emparenta con gente como RATM. "Las arenas del tiempo" se construye sobre un ritmo rápido, mucha melodía y un mensaje claro. "En el Sur" habla con ritmos  latinos de la problemática del imperialismo en el Cono Sur. Sorpresa rítmica con el funk canalla de "Super funky love machine", mueve los pies con los de Usera sin que se te derrame el botellín de Mahou.

"Disparame" vuelve a poner las cosas en sitio, mientras "Aylan" nos recuerda no solo el dolor que nos rodea, también la hipocresía y lo rápido que olvidamos. Cierran a ritmo ska con "Tabernera" reivindicando esos bares de toda la vida, cerveza y serrín, póngame otra muchacho. Muy buen disco de Desastre que ojalá nos duren treinta años más.

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