SOLEA MORENTE - Ole lorelei
No me gusta la palabra deconstrucción. Vocabulario moderno para intentar revestir de frescura términos cuya validez nunca ha sido denostada. Oigo hablar de revoluciones en el flamenco, de revitalizaciones de un arte que jamás ha estado muerto ni en estado vegetativo. Porque no se aprende en ninguna universidad sino al calor de una fragua o en la casapuerta de una casa de vecinos. El flamenco es y será inmortal a pesar de lo que Raimundo Amador llama con total acierto flamencólicos y por supuesto a pesar de las modas imperantes. La gente habla de reconstruir, de barrer hasta los cimientos para mostrar un nuevo mundo, pero para ello primero hay que conocer las entrañas de un cante lleno de dolor y cultura. Es lo que pasa luego con artistas como El Niño de Elche o Rosalía, que demuestran su poderío llevando la raíz del quejío a su terreno, pero que cuando se acaban los fuegos artificiales a veces queda la sensación de que vuelve la negrura de la noche. Vivimos tiempos de globalización en los que los localismos culturales saltan en pedazos por las ventas pero eso no justifica el todo vale ni la apropiación gratuita de elementos que hoy despreciabas y mañana cuando cambien los vientos harás lo mismo. Eso es culpa del ejercicio despiadado de marketing no del artista que aprovecha su momento. Al final las aguas regresan a su cauce,y los tiburones de hoy mañana serán sardinas asfixiadas por las bajas mareas. No estoy hablando de pureza racial, de lugares de nacimiento ni excusas de mediocres, estoy hablando de tener el duende o no tenerlo, así de sencillo.
Por eso cuando me hablan de revoluciones y demoliciones yo les respondo con Soleá Morente. Ella que puede decir aquello de que de casta le viene al galgo. Que conoce el flamenco y el rock, porque ya decía su padre, el llorado Enrique Morente que él era un flamenco con alma de rockero. Porque las campañas publicitarias de los grandes medios en espacios gigantes sacian al pueblo pero las raíces no se asientan en la tierra como deberían. Soleá golpea las puertas que les ponen por delante, consciente de que sabe de sobra lo que hace. A pesar de que alguno la convertirá con el beneplácito de Radio 3 en nueva musa de los indies, si, esos mismos que se ríen de Camela y similares y sin embargo tararean en aquel garito de moda la melodía de "Baila conmigo" inconscientes de que se la han metido hasta la garganta. Soleá es flamenco, pop, rock y lo que le de la gana porque tiene el arte necesario para meterse en camisa de once varas con la franqueza y el talento que solo los artistas son capaces de hacer brotar de forma natural. Porque Soleá es capaz de tocarte el alma con unas alegrías de Cádiz como "Grandes locuras" o resucitar la amplitud de miras de Camarón en "La alondra" que se mueve con la naturalidad de una Jeanette enredada en sonidos electrónicos en "Ya no solo te veo a ti" o la de "Olelorerei". Soleá Morente es para mi un guilty pleasure en toda regla.
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