BRUCE SPRINGSTEEN - Western Stars

Creo que no he contado nunca como entró Bruce Springsteen en mi vida. Corría el año 87 y el Boss andaba con "Tunnel of love" a cuestas. En la tele pasaban el videoclip de la canción que daba nombre al disco. Reconozco no prestarle excesiva atención. En aquella época andaba rendido ante el "Appetite for destruction" entre otros discos y aquel "rock suave" de Springsteen aún no me había conquistado. Volvía una noche a casa  no excesivamente tarde  -acababa de cumplir los 15- y la casualidad hizo que al pasar junto a un contenedor de basuras me fijase en un vinilo tirado sobre el bordillo. Sin carpeta, solo su negro y redondo plástico. Me agaché a recogerlo. Ese disco era el "Born in the USA". Aún sigue aquí en casa metido en una carpeta que le confeccioné con dos cartulinas. Alguien decidió que se había cansado de Bruce y a mi me convirtió a la religión del de New Jersey. Luego vendría "The River" y ya no hubo marcha atrás. La casualidad ha puesto en mi camino más de una canción, más de un disco, más de un grupo o artista que ha marcado mi camino.


Reconozco ser de los que defiende a Springsteen contra viento y marea. Y no solo mientras de fondo suena "Darkness in the edge of town". Un disco como"Devil & Dust" suena con mucha frecuencia en mis momentos más introspectivos, cuando necesito que el contador de historias ponga banda sonora a mis pensamientos. Trato de entender que los caminos se ramifican tantas veces en la vida que al final no siempre la acera que uno pisa es la que los demas piensan que es la correcta. Y seguramente por los barrios por los que corre, si no la música si la trascendencia, del personaje Bruce Springsteen a veces pueda toparse con la superficialidad del que disfruta del evento social en si más que de la magia de unos acordes. Pero de eso quizás no tenga culpa el artista. O tal vez si. Bruce, como tantos otros, se ha ganado por derecho propio el arriesgar a hacer lo que le de la gana. A querer convertir su santo y seña de lo que fue en lo que le gustaría ahora ser. Claro que luego la decisión del que al final compra sus discos es soberana y decidirá si esta vez merece la pena o no dejarse los cuartos.

Springsteen quizás ya no quiera ser ese chico de pueblo que contaba historias sobre su forma -y tal vez la tuya o la mía- de ver y vivir la vida. Puede que necesite reinventarse. O simplemente la avatares del destino y el esfuerzo propio ahora le dan otra perspectiva. Es algo que más de un peso pesado ha decidido abordar en los últimos tiempos. Solo el que camina ciego por la devoción acepta sin reparos cualquier giro pueda llegar o no a comprenderlo, a sentirlo, a desearlo. Bruce afronta este nuevo disco como  otro paso más en su carrera. Se siente más a gusto en Broadway que en el porche de su casa guitarra en mano. Se lo ha ganado a pulso, nos guste o no. Pero eso no conlleva que le debamos obediencia ciega. Ahora pretende mostrar de otra manera las raíces. Quiere dar a sus fans un disco de hechuras vaqueras aunque estas solo queden plasmadas en la portada. Ha pretendido ser un crooner a su manera, a la de aquel country de factura pop lleno de orquestaciones más cercano a California que a Nashville. Pero no ha sido capaz de atrapar su grandilocuencia.

Y es que este "Western Stars" se queda a medias. A veces suena tan plano que las sensaciones no llegan. Puede que el problema esté en la producción a la que le ha faltado esa emoción atada a la épica que pretende enlazar en sus capas de melodía. Es algo que lleva lastrando en sus últimos discos. Tal vez Bruce no quiere que ningún productor le haga sombra, le robe ningún crédito. Solo son conjeturas de este fan que se desilusiona mientras el nuevo disco de Springsteen suena en sus altavoces, e incluso cuando lo hace pasar por los auriculares con el deseo y la esperanza de encontrar algún detalle que se pierda en la amplitud del espacio. El disco a diferencia de su portada cabalga en un desesperanzador quiero y no puedo. Seguramente a la vaya usted a saber cuantas escuchas, termine encontrando detalles más propios del intento de justificación que de otra cosa. Seguramente habrá quien piense que no es para tanto. A fin de cuentas el disco puede que no esté mal aunque para mi eso en este caso no sea suficiente. 


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