MOONSHINE SOCIETY - Sweet thing

Se va acabando el verano. Estos últimos quince días de agosto son míos. De los míos. Vacaciones, bendito invento. Dejo mi barba crecer. Tampoco excesivamente. Nunca me gustó demasiado el vello facial. Pero durante estos días doy descanso a mi piel a la que maltrato con un afeitado diario. Y teniendo en cuenta con la fuerza que nace el pelo en mi maxilar, os aseguro que agradece estos quince días en los que apenas me afeito un par de veces o tres. Kilómetros sin fin cantaban Obus. Mil de ida y mil de vuelta nos hemos pegado en coche. Ha merecido mucho la pena. Desde el Sur del Sur a veces cualquier destino parece lejos. Es lo que tiene la cercanía emocional. Primero Salamanca. Vuelvo enamorado de su centro histórico. De su piedra. De sus monumentos. No se cuantas veces habremos pateado sus calles durante dos días. Los viajes se disfrutan en el momento. Y se gozan luego en el recuerdo. A veces más aún que en el instante. Luego Galicia. Allí mi amigo y compañero Bernardo (Rock The Best Music, Mi Tocadicos Dual, Criaturas Salvajes) ejerce de anfitrión, cicerone, guia y lo que haga falta. Agradecido te quedo de corazón Bernardo. El resto de la tropa también. Narón, Ferrol, Betanzos, A Coruña (pequeño percance que me deja sin conocer en persona a mi rock brother Fernando Bocija), Santiago y Pontevedra. Gastronomía y arte. Calles empedradas. Pulpo, empanadas, tarta de Santiago. Las mejores croquetas que he comido en mi vida. Vinos del lugar. Duermo tapado por las noches. Cuando lo cuenten no lo van a creer. Siempre acompañado de un buen libro. Aprovechando cada momento.



Ya de vuelta en casa. Leo mi revista, mi casa. Laurent anda reseñando. Para mi es cita obligatoria. Habla de Moonshine Society. Lo meto en el móvil. En el bolso junto a otro libro más. Disfruto la playa ahora que ando de vuelta en el Sur del Sur. No podría vivir sin ella. Ya lo experimenté hace tiempo en mis carnes. Los niños juegan en el mar. Coleccionan recuerdos para cuando sean mayores. Mi mujer toma el sol a mi lado. Le rozo la mano con la yema de los dedos. Sonríe sin abrir los ojos. Complicidad. Abro el libro. Cruzo las piernas. Me ajusto los auriculares y pulso el play. El verano me sabe a blues. Al menos este año. Sobre todo en vacaciones. Es lo que más está sonando ultimamente en casa. Me ayuda a relajarme. Me predispone a sentir. Suena una voz de mujer. Las olas ya no suenan. El sonido contenido de la guitarra ocupa su lugar. "Sweet thing" se mueve como brisa marinera de verano. Black Betty me conquista con su voz. Huyo de sirenas varadas. Busco el desgarro del blues. "Shake" tiene maneras soul. No estoy solo pero no me importa que me miren mientras chasqueo los dedos. Hace tiempo que la vergüenza la dejé olvidada en algún oscuro rincón.

"Mama, he treats your daughter mean" suena dulce, rítmica. Moonshine Society no buscan excesos. Lo suyo es el negocio de las melodías. Black Betty se luce en ese pedazo de soul que es "Come on home". Amo el soul. Comencé a hacerlo de chaval cuando mi madre me regaló unas cintas por reyes. Siempre las madres. Le juré amor eterno cuando vi The Commitments. Siempre el cine. Vuelve el blues con "Southern road" y sus guitarras marcadas para que a posteriori disfrute del sol pero sobre todo de esa delicia llamada "Biscuits, bacon and the blues". "Use me on gilded splinter" goza de un sonido más actual, efectos vocales incluidos. Protagonismo a las guitarras de Joe Poppen. Un trago que el calor aprieta. Busco el marca páginas. Entorno los ojos. Una buena balada siempre lo merece y en "I'd rather go blind" de Miss Etta en la voz de Black Betty suena a gloria, a feeling desbordado. Me gustan los blues arrastrados, lentos, sinuosos como "Deal the devil made". Vamos a ir recogiendo, va siendo hora de ir a comer. Apuro los acordes de "The one who got away" que cierra el disco. Excelente.

Comentarios