PUEDES DEJARTE EL SOMBRERO PUESTO.

El tamaño no importa cariño. Al menos si hablamos de ciudades. Y de si eres capaz de mantener tu corazón salvaje. Supongo que todo depende de saber jugártela al mejor postor. Apretar con fuerza el interruptor en el momento justo que las luces comienzan a dejar de deslumbrar para que brillen de nuevo frente a tus ojos. Preservar la ilusión en el fondo de una copa sin perder el miedo a ver el final. Con la seguridad y el pulso firme para llenarla otra vez y seguir buscando. Nadie nos observa cariño. Habrá que poner remedio. De qué sirve ser un gran roble si nadie te escuchará caer en el bosque. Abre las ventanas. Que por sus entrañas vuele tu blusa como ave errante buscando el sur. Deja que los botones de tus vaqueros arañen el suelo. Que tus zapatos se pierdan como viejas fotos escondidas en un cajón. Siéntete libre. Pero puedes dejarte el sombrero puesto.





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