BASTARDS OF SOUL "Spinnin' "

Las situaciones de desconcierto se tornan veredas abiertas donde las reacciones humanas bucean en sus instintos más profundos para ver la luz. El confinamiento al que nos vemos condenados si queremos contribuir a la derrota de la pandemia va dejando un reguero de buenas intenciones por un lado y de miserias fabricadas con la intención de arrimar el ascua a su rincón en otras. Hemos vivido en la inmediatez de un instante escenas de histerismo colectivo alentadas por la desconfianza a nuestros gobernantes y la desinformación que tantas veces viaja por las colapsadas vías de un mundo cada vez más globalizado donde tienen cabida casi a partes iguales la veracidad y el engaño. Vemos políticos minimizar datos para evitar descalabros. Otros utilizarlos como onda para su rédito político futuro. Algunos que simplemente hacen aflorar desde sus poltronas donde están encerrados esa miseria moral y bajeza intelectual que ya sospechábamos de ellos y ahora ponen en evidencia sin rubor alguno. Detrás de todos estos salvadores de la patría está la gente que lucha cada día, la que se queda en casa en un esfuerzo de contención. La que tiene que salir a trabajar para evitar el colapso total de un país que se tambalea debilitado en gran parte de sus flancos. La gente que se preocupa de los demás, con mayor o menor acierto, pero plena dedicación y el único deseo de poner su grano de arena para ayudar al prójimo. Al final solo el pueblo cuida del pueblo, y no busquéis filiación ideológica a mis palabras, porque solo la gente termina tendiendo su mano a la gente, aquella que no tiene al final tanto que ganar o al menos no tanto como perder.


Ni tan siquiera en momentos delicados como este olvidamos el conjuro de la afrenta. No lo olvidan. Posiblemente porque sin ello no serían nadie. No sentirían el falso aliento de unos palmeros necesitados de un clavo ardiendo donde justificar el seguir odiando. No mires a los ojos de la gente, decía la canción. Miralos ahora más que nunca, apostillo yo. Porque echamos de menos el contacto involuntario y el calor del momento. A ese que jamás damos importancia, ya que pensamos que el éxito se basa en números, los de tu cuenta corriente, tus seguidores en una red sociales... en falsos ídolos de oro que conducen al camino de la soledad. Ando encerrado en casa. Solo por un momento. Toca salir a currar. Es la situación. Ya han pasado pero he vivido momentos de tensión. Lo reconozco. A pesar de ser una persona templada que intenta racionalizar todo lo posible. Es difícil no dejarse llevar por la corriente cuando el temor es quien toma la forma de viento que ayuda a formar las olas. Esta mañana me ha despertado el sonido de la lluvia. No he podido evitar pensar que la tierra nos echa una mano. El agua siempre ha sido fuente de limpieza. Caliento el café. Miro el reloj. Pienso cuando volverá mi mujer de trabajar. Ya lleva más de una hora en ello. Sabe la hora de entrada, no la de salida. Mis hijos duermen. Ajenos a todo este maldito mundo de mayores. Tienen otras preocupaciones acordes a su edad. Tanto mi hija adolescente como mi hijo que cuenta los meses para añadir a su calendario su primera década de vida. Me siento en la cocina con el calor de la taza en mi mano. Me conforta. Las dos gatas, fieles compañeras de nuestra casa se pegan a mi costado. Necesitan el calor humano. A su vez comparten conmigo el de sus cuerpos.

La música sigue siendo mi salvadora. La gran culpable de que quizás de momento mi mente no haya tomado el camino equivocado a la locura. O tal vez si. Pero a esa locura donde se vive entre acordes. Necesito sentirme cercano a la gente. No podría vivir en mi castillo de cristal. Por eso nunca llegarás a ninguna parte me dijo alguien hace mucho tiempo. Él si llegó. Aunque al final fue arrastrado como un naipe en una tormenta. No se si vivirá aún de los recuerdos de sus instantes de poder. Yo vivo de los recuerdos de las canciones. Pulso el play. No son ni las nueve de la mañana. La calle parece desierta. La vida fluye dentro de las paredes de cada casa. Fuera mora una calma tensa. Pienso que me encontraré hoy cuando salga. Reseteo. Comienzo a silbar esa melodía. Es el soul es música redentora. El sonido de la clase obrera. A la que quieras o no, me siento unido. A la de los que salimos cada día a buscarnos al vida, a dejarnos la salud y el esfuerzo para cuidar de los nuestros y ser cuidados. Algo que jamás entenderán esos políticos, de un ala u otra, a los que tantos idolatráis por encima de todas las cosas. Me invade esa sensación de un imaginario abrazo mientras suena lentamente "Your love has turned my heart to bitterness" y echo de menos a mi mujer aunque sean solo unas horas para poder abrazarla. El soul vive unos tiempos  fantásticos, no se si como medicina ante un mundo cada vez más plastificado por las relaciones a través de una pantalla.


Creo en las pequeñas cosas. Como en los ojos de las gatas que comparten nuestra vida que me miran mientras escribo. Que a su vez son grandes cosas. Y creo en "Spinnin'", este disco de Bastards of Soul que suena como acompañante que no me exige nada más que el abrir mis sentidos a su ritmo. Me preparo otro café. Aún es temprano para otros líquidos. Suena "I've got the key" que abre el disco. Bailo lenta y torpemente mientras me dirijo a la cocina. Da igual mi falta de ritmo, nadie me ve, o casi nadie. Solo los de Dallas a través de los altavoces en este impresionante debut de soul sureño, de ese que se te cala hasta los huesos. Mientras espero que la cafetera expulse su pitido final, el ritmo se vuelve intenso con "The way it should be" y esos vientos que no albergan tempestades pero si ganas de bailar y esa voz calida como un beso deseado. Ese bajo que manda en "Spinning out of control" se mete en mi estómago como aquella sensaciones complicadas de definir pero me hace sentir vivo. Esas cosas que al final son las que me llevaré el día que me toque hacerlo a ese lugar en el que creo sin saber. Y que no quiero que sea acompañado de lágrimas sino de sentimientos intensos como los que se desbordan en "If theses walls could talk", donde la voz Chadwick Murray se convierte en un credo que recitar con ojos cerrados...


Veo que esto se está convirtiendo en algo casi interminable. Deseo pediros disculpas si habéis sido capaces de llegar hasta el final de estas cuatro letras unidas con torpeza y guiadas por la magia de la música en esta ocasión de Bastards of Soul. Pediros disculpas si habéis cruzado la puerta de este blog buscando una referencia sobre un disco y os topáis de frente con las disertaciones de unas manos que cobran vida propia y escriben cuando la electricidad del momento se adueña de ellas. Agradeceros si aún permanecéis leyendo estos últimos párrafos, porque son esa parte de mi que derramo para vosotros, y vuestra presencia mi recompensa. Cierro este texto con la esperanza de haceros algo de compañía y sobre todo que sean Bastards of Soul y su fabuloso "Spinnin" quienes se encarguen de que su palabra en forma de canciones llegue hasta vosotros y se convierta en parte de vuestra vida. Uno de los discos del año sin lugar a dudas. Un disco para los días grises en los que vivimos. Un disco para cuando al fin nos alcance la primavera y las nubes de la pesadumbre las arrastre  el calor del sol.


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