LUCINDA WILLIAMS - Good souls better angels
Norteamérica arde. Realmente lleva ardiendo casi toda la vida. Pero no siempre es noticia. Al menos en portada.No dudo que sea un gran país. Su cultura se ha convertido en orilla para nosotros. Pero también es cierto que la mezquindad se le desborda demasiado a menudo. País complejo. Como su sistema. Por muy bien que Hollywood nos haya vendido la película. Argumento que algunos creen como mandamiento. Desde fuera de sus frontera. Más que por convincentes por conveniencia. No voy a llamar ignorante a nadie. De momento. Norteamérica siempre es señal de progreso. Aunque a veces el tiempo parece haberse estancado en sus mentes. O tal vez corre excesivamente despacio. El pasado resulta a veces tan presente que incluso asusta. La tierra del libre. Aunque unos más que otros. Extraño concepto. Arma en mano. Derecho a. Sin rubor. Manifestaciones. Hechos cíclicos. Por un lado los que defienden la supremacía de un tipo de piel. Por otro los que denuncian el pie sobre el cuello de otro tipo de color. El que siempre estuvo un escalón más abajo. O tres. O cuatro. Aunque solo sea noticia de primera plana cuando llega la sangre al río. Leo las noticias. Mi mente divaga. Pienso en Billie Holiday. Y en Strange Fruit. En Nina Simone y Damn Mississippi. En el Gobernador Greg Wallace en la puerta del Auditorio Foster. América. Todo un inmenso jardín. O eso cantaba Nino Bravo.
Pero América también es Lucinda Williams. Y su voz rota. Alguien me preguntaba no hace demasiado que ¿por qué llevaba una camiseta con las barras y estrellas?. Por Lucinda Williams y otros como ella. Que yo no entiendo de patrias. Solo de guitarras. Le contesté. En casa solo ondea una bandera. Negra con dos huesos y una calavera. Y ondea cerca del baño. Por si alguna vez no hubiese papel. Pero volvamos a Lucinda. Que aquí he venido a hablar de su disco. Como si hiciese realmente falta. Cuando “Good souls better angels” habla por si solo. Sin necesidad de estrechas teorías ni grandes exclamaciones. Sus canciones hacen bien su trabajo. De excelente manera me atrevería a decir. Lucinda gira hacia territorios más oscuros. Más eléctricos por momento. Lucinda no tiene pelos en la lengua. Ni en su pluma. Suficiente edad para carecer de complejos. O de buenas intenciones públicas que le suavicen miradas. Desconozco si concibe este disco como un descenso a los infiernos. Pero no duda en alzar la voz y denunciar las plagas terrenales que tan presentes siguen en esta sociedad nuestra. Por imposición que por decisión propia -lo de nuestra-.
“...you’re a man without truth, a man of greed, a man of hate. A man of envy and doubt. You’re a man without a soul. All the money on the world will never fill that hole. You’re a man bought and sold. You’re a man without a soul...”. Lucinda dispara su tinta mirando a la Casa Blanca. Señalando a su inquilino. La edad da arrugas. Experiencia. Inteligencia. Esto ultimo no siempre es cierto. En el caso de Lucinda se cumple. “Good souls better angels” es como un disco de blues que no comparte sus acordes pero si su esencia. Lucinda nos tiene acostumbrados a la belleza. Aunque esta vaya a veces implícitamente unida al dolor por su cordón umbilical. Esta vez además la electrifica. La dota de fuerza. La energía no se destruye, se transforma. Al igual que la rabia. “Good souls better angels” es seguramente uno de los discos del año. De este infame 2020. Un oasis en él.
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