CHIP WICKHAM - Blue to red
Ya escribí hace bastante tiempo en este mismo blog, que el jazz era mi gran asignatura pendiente. Y creed que me introduzco en su mares con calma y sosiego una y otra vez. Espoleado por esa especie de falsa inocencia que produce la ignorancia - que no quiere decir que esté versado en otros tipos de música, pero al menos si soy capaz de tejer a mi alrededor una red de seguridad de la que con el jazz me veo desprovisto - o la candidez para relajar los sentidos y a la par mantenerlos alerta, con el único fin de empaparte hasta el último centímetro de la experiencia. Persigo el sinuoso camino de su ritmo, en determinados trechos con más determinación que otros, marcados por la irracional decisión sobre que debe de sonar en ese momento adecuado en el reproductor. Trato de mantener a la derecha a los clásicos, las pinturas rupestres en forma de acordes que han ido creando con el paso del tiempo. No pierdo de vista a mi izquierda a los herederos de la tormenta, que tratan de innovar a veces, de continuar otras. No me siento capaz de escribir sobre el jazz, me conformo con escucharlo embelesado.
Giro a la margen izquierda del río y allí me encuentro al británico Chip Wickham. Trotamundo con las maletas a bordo de su saxo y su flauta. De Londres a Madrid. Luego a Qatar. Sonidos en bandeja en esta reflexión que compara a nuestra querida Tierra con el tantas veces protagonista de mil y una batallas de ciencia ficción, Marte. En esta nueva grabación, Wickham decide dejar reposar su saxo para que sea la flauta quien cobre protagonismo, quien lidere la avanzadilla. "Blue to red" - el disco - se presenta como una atmosférica banda sonora en la que nos invita a subir a bordo para realizar en su compañía el viaje que se inicia con "Blue to red" - la canción - que podría alinearse dentro de la complicada frontera del spiritual jazz. "Route one" suena mientras el inmisericorde calor de una aún joven tarde golpea con fuerza. Como una parada en el planeta rojo, piano y batería planean una veloz huida hacia algún lugar lejos del sol.
Flauta y sintetizadores se hacen cargo de la siguiente parada titulada "Interstellar" como un intenso guía que nos muestra el norte de nuestro viaje a la par que el sonido del arpa aumenta esa sensación de estar flotando lejos de la atmósfera. "The Cosmos" son once minutos en los que teclados, arpa y flauta te envuelven acentuando la atmósfera del tema anterior, profesando esa sensación de dejarte llevar por el espacio mientras contemplas la multitud como si estuvieras fuera de tu cuerpo. Una latente calma tensa que acompaña envuelta en una extraña paz. "Double cross" torna el viaje e incluso la forma de tocar la flauta de Wickham me trae una y otra vez a la cabeza a Anderson y sus Jethro Tull incluso adaptando una silueta más cercana al rock con ese constante ritmo. "Mighty Yusef" es un homenaje a uno de los ídolos de Wickham, al que rinde tributo con una melodía relajada. Un muy buen disco para disfrutar contemplando atardeceres - o amaneceres - preferiblemente en buena compañía.
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