DEEP PURPLE - Whoosh!

Me ha sorprendido muy gratamente la repercusión mediática del nuevo disco de Deep Purple. Su aparición en telediarios y periódicos. No nos llevemos a confusiones ilusas. A los medios generalistas seguramente les importe una mierda si Gillan y compañía vuelven a tener canciones que ofrecernos. Lo que me alegra el día es saber que una discográfica en estos tiempos convulsos para la venta de discos apuesta pasta en promocionar a una de sus bandas, a pesar de que dicho envite no sea por sangre fresca. Deep Purple tienen nuevo disco y por los callejones de siempre ya se oyen quejan y prejuicios. Si. De los mismos que tantas veces exigen silencio cómplice en nombre del respeto a la carrera del artista. Pero que curiosamente presumen de desdén en este caso. Tal vez porque esa ceguera temporal ante un trabajo que no de la talla solo pretenden silenciarlo ante sus preferencias y no por los argumentos expuestos. Allá cada cual. Deep Purple y su Mk VIII vuelven a la carga. Una formación ya consolidada en el tiempo y que ha dejado discos merecedores de figurar junto a los grandes clásicos, si no de igual a igual, si cercanos, a pesar de que todavía hay quien se empeña en comparar con el peso en la historia de dos músicos inmortales como el añorado Lord y un Blackmore a otras cosas. Personalmente, Steve Morse siempre me ha resultado un guitarrista excelso y que además se ha sabido adaptar perfectamente al sonido de Deep Purple y añadirle su personalidad. Don Airey además de un gran teclista, es protagonista de discos que amo con devoción, por lo que no seré yo quien lo ponga jamás en entredicho. Además poco a estas alturas tiene que demostrar el teclista.

 

Más de medio siglo contempla a la banda. Y eso puede tener su trampa a la hora de hacer examen de conciencia. Soy de los que piensa que tender puentes que comparen con los momentos más álgidos de cualquier discografía pierden sentido. Porque además los tiempos son diferentes y las circunstancias variables. Porque las exigencias personales y del entorno han ido evolucionando a la vez que transcurren los años. Pero dicho esto, tampoco soy de la opinión de dejar pagada la consumición en la barra y aceptar porque si lo que tengan que ofrecer. En el camino del centro encuentro el mío. Me enfrento a este "Whoosh!" sin prejuicios varios, a pesar de que es imposible blindarse del todo de lo que te va llegando a uno y otro oído. El disco se abre con "Throw my bones" y ese duelo riff/teclados se coloca en primera línea, como siempre pero a su propia manera. La canción cumple de sobras y me deja la sensación de que voy a disfrutar. "Drop the weapon" sube la intensidad. Gillan en su salsa, marcando perfectamente la estrofa. Airey asumiendo protagonismo y Morse dejando constancia. "We're all the same in the dark" tiene ese tipo de melodía que tanto me gusta de Gillan. Ese rollo tan Purple que tienes que disfrutar si o si.


 

"Nothing at all" te pone en estado de alerta. Se sale del esquema más típico de la banda e incluso puede descolocar al principio. Uno de los grandes males de estos tiempos modernos es que hemos perdido la capacidad de la paciencia al escuchar un disco, de dedicarle más de una escucha. Pretendemos que a la primera nos perfore elcorazón o si no, pasamos rápidamente página. Una segunda o tercera escucha de "Nothing at all" te sorprende pillándole el tranquillo y disfrutando del solo de Morse. Y seguramente sea algo que se puede aplicar a todo el disco completo. Pero si necesitáis Purple puro y duro, con "No need to shout" vais a volar mentalmente buscando títulos de otras canciones de la banda. ¿Un grupo clásico debe remitirse al sonido que lo hace reconocible o ser capaz de abrir perspectivas?. Imagino que cada uno tendrá su opinión. Con "Step by step" y su rollo prog, Deep Purple apuestan por lo segundo. El protagonismo de Airey en este disco en mucho, y aquí se vuelve a notar. "What the what" es puro rock and roll, más propio de las últimas aventuras en solitario de Gillan con The Javelins pero pasado por el filtro de los Purple. Con  "The long way round" reivindican su papel de padrinos del hard rock, sonido pesado más al gusto seguramente del fan más profuso de la banda.


 

"The power of the moon" es seguramente la canción más ambiciosa de este disco. Disfrutar de su pasaje instrumental se hace casi obligatorio, con esa historia hard prog de la que a fin de cuentas son grandes protagonistas por historia. Algo que podemos hacer también con el instrumental "Remission possible" donde deja claro que estos tipos no son unos cualquiera, digan lo que digan. Otro intento de explorar nuevos pasajes es "Man alive" aunque el sonido es claramente reconocible en buena parte de la estrofa, reconozco que se convierte en la que menos me atrae del disco, y no por porque busquen otras vías, sino porque a ratos se me hace pesada a pesar de que disfruto mucho de la guitarra de Morse en el tema. "And the adress" ya apareció en "Shades of Deep Purple" y ahora la vuelven a grabar para la ocasión, algo a lo que nunca he encontrado mucho sentido, teniendo potencial de sobra para ofrecer composiciones nuevas. Eso si, sonar, suena muy bien. Cierra el disco "Dancing in my sleep", con voces dobladas y un Morse apabullante. "Whoosh!" es un buen disco que merece escucharlo bien y a fondo, más de una vez. En una hipotética clasificación, seguramente se quedaría en la parte media de la tabla. Pero ojo, es que estar en esos lugares con lo que ha grabado este grupo no es cualquier cosa.


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