ANVIL -Strenght of steel


Una costumbre que adquirí casi en el mismo momento que comencé a comprar discos hace ya mucho tiempo, es a leer todo lo que aparecía en la carpeta y libreto, agradecimientos incluidos, por lo que llegó un momento en el que el nombre de los productores e ingenieros de sonido me eran tan familiares como los de los propios músicos que hacían sonar sus instrumentos a través de los cada vez más torturados altavoces de mi dormitorio. Lo mismo ocurría con los ilustradores, aquellos genios que creaban esas portadas en las que concentraba mis sentidos, inmerso en una liturgia que se repetía en cada escucha. La importancia de la carpeta a veces era tan capital debido a que un mínimo detalle inclinaba la balanza hacia uno u otro disco a la hora de saltar al vacío y arriesgar en una compra insegura, lo que aumentaba la ansiedad por llegar a casa y comprobar la valía o no de la elección realizada.
 

Dicho ejercicio de nostalgia se materializa en unos meses en los que hemos visto abandonar para siempre este mundo a demasiados protagonistas de una vida entregada a la música como dogma de fe y ley de vida. Lee Kerslake, Dave Kusworth, Martin Birch, Martin Griffin, Neil Peart,  Josh Pappé, Reed Mullin, Kenny Rogers, Bill Withers, Steve Farmer, Little Richard, Steve Prieto, Phil May, Paul Chapman, Benny Mardones, Charlie Daniels, Peter Green, Steve Holland , Jan Savage, Pete Way, Frankie Banali, Justin Steve Earle, Walter Lure, Ian Mitchell, Max Merritt, Lucky Peterson, Jaime Triay, Manuel Alférez, Chicho...o desgraciadamente ayer mismo Eddie Van Halen. Espíritus libres e inmortales que moran en sus canciones. Rescatamos viejas grabaciones, de los que se fueron y de los que aún están, con su magia intacta.

Busco entre el desorden de mis cds y asoma un antiguo disco de Anvil. No estoy seguro si aquella película les hizo más mal que bien. Colocar al nivel de unos Spinal Tap aunque al final la vida del músico muchas veces pueda ser más pareja a ella que a Almost Famous. Pero detrás de las desventuras de la banda canadiense no olvidemos jamás que hay grabadas una serie de discos para enmarcar. Unos tipos que en los primeros ochenta compartían espacio vital con Dio o unos incombustibles Metallica sin complejos de inferioridad. Lanzar un disco de heavy metal en 1987 era relativamente sencillo debido al auge del género entre las discográficas - one for the money, two for the show - y excesivamente complicado teniendo en cuenta que ese año nos encontrábamos de frente con discos como “Among the living”, “Terrible certainty”, “The legacy”, “Pleasures of the flesh”, “Under the sign of the black mark”, “Retalation”, “Fighting the world”, “Keeper of the seven keys”, “The ultra violence”, “Dream evil”, “Abigail”... y hablo de memoria de algunos discos que me marcaron.

Ese año los canadienses editaban “Strenght of steel”, su cuarto disco en un momento en el que muchas de las bandas coetáneas de Anvil comenzaban a quedar en el olvido ante el empuje de una nueva fuerza comandada por el thrash metal que copaba los gustos de los fans que no terminaban de casar con las propuestas más accesibles del hard rock y su irrupción en la MTV. “Strenght of steel” quizás signifique el comienzo de la decadencia de Anvil, pero permitidme que trate de explicar el término, ya que lo refiero a la caída en picado de su popularidad que no de su registro musical. Puede que este disco ande un escalón por debajo de sus predecesores, pero no por eso deja de ser un fantástico álbum de auténtico heavy metal que no debe faltar en ninguna discografía.

"Strength of steel" además de dar nombre al disco es la encargada de abrirlo, con un rollo hard rock quizás imperante de los tiempos que vivíamos y un estupendo solo de guitarra. Le sigue "Concrete jungle" con Robb Reiner haciendo demostración de fuerza tras los parches y esas guitarras que se dejan ver pero sin romper hasta que entran con ese riff de puro heavy metal y un buen estribillo. "9-2-5" muestra de nuevo el buen hacer de Reiner y esas guitarras afiladas y Lips llevando el peso con su peculiar melodía.  "I dreamed it was the end of the world" comienza con unas guitarras brutales, de las que te hacen instintivamente hacer la señal del diablo con tus dedos, Lips cantando a lo Ozzy - o al menos a mí siempre me lo pareció, e incluso a Fortu -. "Flight of the bumble beast"  es la versión made in Anvil de "Flight of the bumblebee" de Rimski Kórsakov - más o menos - donde muestran su fiabilidad y habilidad, que sin ser los mayores acróbatas del mundo musical cumplen con sobresaliente.

"Cut loose" es puro heavy metal de los ochenta, de esas canciones que si alguien te pregunta que era el heavy en esos días, no necesitas más explicaciones. Acercamiento descarado a Judas Priest, por cierto. "Mad dog" se desliza hacia terrenos más propios del hard rock algo que se nota claramente en la estrofa, ya que el estribillo si vira hacia el heavy metal de esos tiempos. "Straight between the eyes" es otra de mis canciones favoritas de este disco. Heavy metal sin mas, ¡que no es poco!. A la altura de muchos de los que siempre tenéis - tenemos - en mente sin desmerecer in un ápice. "Wild eyes" es una versión del trío canadiense The Stampedes que Anvil llevan a su terreno sin perder la esencia del original. "Kiss of death" es otra de las grandes canciones de este disco, adoptando como propio un tono épico van mostrando sus aptitudes y construyendo una canción majestuosa, desde ese riff de sabor clásico.

El disco lo cierra "Paper general" en cuyo inicio parece que vaya a decantarse por el hard rock de corte efectista que podría ser banda sonora de cualquier película de la época para de pronto a través de un potente riff mutar hacia un heavy metal al que siempre le he encontrado más hechuras del heavy germano de los ochenta que del de otro lado del Atlántico. "Strenght of steel" incluso llego a colarse en el Billboard norteamericano, el en lugar 191, primera y única vez que Anvil lo consiguieron. Un muy buen disco de una banda que merece todos los respetos y honores que se han ganado con su música, y que vuelvo a disfrutar cada vez que necesito una dosis de heavy metal ochentero.

Comentarios