MOTORPSYCHO - The all is one

 


Voy a intentar crear una analogía para ver si soy capaz de explicar mi relación - o falta de ella - con el rock progresivo. No bebo habitualmente ginebra. Es más. Posiblemente del alcohol duro es el que menos me gusta. Por lo que puede pasar muchísimo sin que una sola gota de ginebra  entre en contacto con mi organismo. Si un día se tercia, oye, pues se toma uno un gin tonic. Pero no me deis de calidad baja. Algo parecido me pasa con el rock progresivo. Como norma general paso de puntillas, mirando hacia otro lado y silbando “Highway to hell”. Para que un disco de prog me llame la atención tiene que poseer algo especial, para mí, claro. Y me refiero a ser capaz de engancharme, porque la ecuación buena/mala música la desterré hace mucho de mi razonamiento para sustituirla por un más aproximado me gusta o no. Que todo sea dicho, no tiene por qué coincidir con el de los demás, al final la diferencia no se si nos hará libres pero al menos nos acerca un poco más a tratar de ser únicos.

Y todo este rollo para decir que me he topado con un disco de prog - o como queráis llamarlo, aunque he decidido de un tiempo a esta parte, que es más sencillo y útil simplificar y no segregar cada vez más, en estériles esfuerzos de afinación - que ha sabido atraer mi atención de manera fulgurante hasta conseguir mi absoluta concentración en su propuesta. No es la primera vez que me pasa con ellos así que igual soy un poco tramposo, porque ya iba con la luz de las expectativas parpadeando. Motorpsycho cuentan por triunfos sus trabajos. Seguramente “Heavy metal fruit” fue ese punto de fricción en el que encontraron aposento como base a su inquietud que lleva al trío de Trondheim a bucear por diferentes mares sonoros adecuándolos a su personalidad sin crear estridentes disonancias. Este nuevo disco es una muestra más, otra muesca en la culata del revólver.

No es sencillo construir un intrincado laberinto sonoro y conseguir que el oyente no termine perdido y termine abandonando desesperado por no sentirse capaz de encontrar el final. “The all is one” lo hace, es capaz de instalarse en el centro de las emociones e ir apuntalando su espacio a través del asombro capaz de provocar como reacción a la calidad y versatilidad de la que hacen gala. Un disco para bajar las luces y disfrutar con los sentidos alerta.

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