JOKERS - JOKERS - 1972 -

Vuelven las lluvias al sur aunque sean de pasada y discontinuas, amenazantes a ratos, una amenaza que no se cumple, otras muchas. Bajo las sabanas el repicar de las gotas contra el suelo parece llevarse mejor. Con compañía ni te cuento, cuando se rozan involuntariamente las pieles de manera cómplice. Al final ha sido un visto y no visto. Un quiero y no puedo de madrugada en tiempos donde la meteorología ya no se concibe como fuerza mayor disfrazada de excusa para permanecer en casa. El temor permeable se adueña de nuestra vida. Inquilino molesto que alguien definió como resorte de seguridad, como instinto de supervivencia. No puedo vivir sin vivir en mí porque nunca tuve anhelos de ser beatificado en los altares. Solo me faltaba eso cuando mi mente peca por oficio y omisión sin parar. Ya afilo yo mismo mis propios clavos si pedís crucifixión pero no me esperéis en el Monte del Calvario que no tengo propósito redentor ni hechuras de mesías. 

 

Envolvería mis cosas en un petate y me iría al desierto, a hipnotizar serpientes y mirar constantemente el reloj hasta que el diablo venga a tentarme, las veces que haga falta y las que yo me deje. Pero echo demasiado de menos el mar como para rodearme de arenas sin orilla, de vientos sin olas y brisas marinas, así que me transporto mentalmente entre áridas dunas en un viaje de la consciencia auxiliado por canciones como único medio de transporte capaz de hace sentir en mi cabeza la sensación de estar instalado en una tormenta perfecta o casi. Abro la puerta. Suena en mi interior y también en el exterior. Me desplazo a tiempos pasados, aquellos en los que comenzaba mi paso por esta vida, un 6 de noviembre de 1972, hace ya casi medio siglo. Mis ojos tardan en acostumbrarse y me encuentro en Teheran. Aún no ha llegado la revolución que provoco una involución en la vida de la gente, como pasa siempre que la religión deja de ocuparse de nuestras almas para querer controlar todos los asuntos de nuestro cuerpo. Me encuentro con tres tipos que afinan sus instrumentos, que suben el volumen de sus amplificadores.

Vaheed, el tipo que se encarga del micro y la guitarra, me cuenta que a finales de la década estuvo en Londres y quedó impresionado con MC5 y Cream, y que al volver a Irán ha decidido montar un power trío con el fuzz como credo. Afshin y Comran son sus compañeros de aventura. Muy lejos del epicentro del rock que representa Londres, pretenden hacer estremecer con su blues rock de sonido atronador. Una demo con cuatro canciones es su legado conocido. Y es justo advertir que gracias posiblemente a internet y ese afortunado afán de las reediciones. Como decía, cuatro canciones de sonido crudo y poderoso, reflejo de un tiempo y una pasión, antes de que la revolución de 1979 lo mandase todo a tomar por culo. No solo una curiosidad, sino un material para disfrutar.



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