URRECHU MEANA - El vértigo de los pájaros

Me cuesta recordar a que día estamos, supongo que será la vorágine de pensamientos que recorre mi cabeza en estas últimas semanas. Son las seis de la mañana y ya llevo un buen rato trasteando en el portátil, café en la mesa, gatos en el costado, silencio en el exterior. No recuerdo si no consigo dormir porque estoy demasiado cansado o porque como dice un viejo dicho, los años vividos van robando horas de sueño, abriendo de par en par las puertas de la vigilia. La edad es un estado mental pasajero, cuento entre los ojos abiertos y la mirada condescendiente, aquellos que se lamentan de los estragos que esta les produce y la sonrisa cómplice de quien envió la partida de nacimiento al otro lado del mundo con billete tan solo de ida. Nunca me comí las uñas, ya atesoré demasiados vicios alrededor. Miro el reloj que nunca llevo en mi muñeca y parece ir más despacio que de costumbre, algo que me reconforta porque siempre me he preguntado donde van a parar las horas perdidas, imagino que junto a los besos no dados y los puñetazos reprimidos, un limbo imaginario en la autopista al mundo de Oz, primera salida a la izquierda. Esa vieja cafetera pierde café por orificios que la vista no alcanza a ver, y mientras me afano en llenar la taza con el menor número de víctimas posibles, me vuelvo a preguntar, ¿hoy qué día es?.

 

¿Qué habrá sido de Sam?. ¿Seguirá tocándola de nuevo aunque Bogart no se lo pida?. Lo pienso mientras paso los dedos por las viejas películas que se amontonan en el salón. Al final mis manos se dirigen sola hacia el equipo de música, fin de viaje tantas veces, sitio donde construí una isla rodeada de canciones a la que tan solo sé yo llegar. Urrechu Meana muestra porte regio desde la portada, guitarra apoyada, jaulas vacías, "El vértigo de los pájaros" como título del segundo disco del experimentado músico asturiano. Melodías que no se encuentran encerradas entre barrotes, sino que salen en libertad en el mismo momento que pulsas el play. Hechuras de cantautor entre melodías pop y guitarras deudoras del rock. Hubo un tiempo en el que él pop era elegante, Meana lo recupera con "Tú  y yo" a base de melodías y buena instrumentación. Rock suave cantaba Loquillo, rock suave nos regala Meana con "Hasta el final de los tiempos". Una armónica se arranca en la quietud del día que quiere nacer para convertir en "Rosas negras" en su banda sonora junto esa guitarra que se deja ver.

Acústicas y trombón para "Habitaciones cerradas", trovador urbano, sonrisas agarradas. Dame un rock and roll y este se hizo carne con "La tormenta del todo y la nada", guitarra comedida pero presente y estribillo convencido. "El nadador" se mezcla con los ruidos de una ciudad que despierta, dejando en el aire un halo de optimismo y unos coros pop. "Flores y mariposas" se emparenta en mi memoria con aquellos momentos en los que Carlos Goñi pudo ser la gran esperanza blanca. Meana pisa el pedal del rock and roll con "Abrimos gas" y abro las ventanas por si no os funciona el despertador, que es mejor abrir los ojos con una buena melodía que con un mal pensamiento. El verano ya pasó hace tiempo, pero el inicio de "El último beso" lo vuelve a instalar en mi mente con su ritmo. No me bajo de ese tren cuando suena la bossa "A escada", adaptación al portugués de"La escalera", a dúo con el brasileño Vaudi Cavalcanti. Mientras el sol se despereza, suena la intimista y breve "A solas" a modo de despedida.

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