WALTER TROUT - Ordinary Madness

No he prestado este año al blues la atención de años anteriores. No existe una razón concreta más allá de la necesidad que expresa el propio estado de ánimo para escuchar una música u otra, e incluso a veces, los factores externos que lo creas o no - o más bien, estes dispuesto a reconocerlo o negarlo - también van formando parte de esa nebulosa. De todos modos, aunque con el tiempo he ido profundizando - aún me encuentro cavando en la corteza - en sus raíces, al final lo que más me atrae o empuja suele ser el blues eléctrico y más concretamente el blues rock, donde me siento más a gusto. Por eso cuando alguien me pregunta sobre mis discos de blues preferidos, seguramente se alejen de la ortodoxia que manejan con acierto aquellos más versados en el asunto. Pero como os decía al comienzo, si bien al comienzo del año si se repitió esa tendencia del año pasado respecto a refugiarme en el blues, luego este se ha ido diluyendo en proporción con otros estilos. Por el blog este año han desfilado gente como Tomislav Goluban, Sass Jordan, Dana Fuchs, Willie Farmer o un habitual del blog como Bonamassa. Estos últimos días he vuelto a coger el pulso al blues, aunque sin excesos, disfrutando del reciente directo de K.W. Shepherd, la maravilla editada por Teskey & Grunwald o este “Ordinary madness” de Walter Trout, un guitarrista de los que siempre alineo en mi rincón.

Walter Trout tiene a esta altura suficiente recorrido profesional - medio siglo ni más ni menos - como para parar en presentaciones no necesarias - con recordar que en su c.v. destacan los Bluesbreakers de John Mayall, Canned Heat y John Lee Hooker, sobra - y además entre que este blog no tiene aspiraciones de wikipedia ni yo de andarme con rodeos, permitidme que entre en acción con la canción que da nombre al disco, un placentero blues eléctrico con un buen y largo solo mostrando músculo. “Wanna dance” muestra su lado más rockero, incluso en esas guitarras se me aparece Neil Young, con un estribillo directo. Toca abrir el cajón del feeling con la balada “My foolish pride” convertida en un efectivo mar en calma. Continua sin estridencias innecesarias en “Heartland” de corte accesible y otro estupendo solo de guitarra. “All out of tears” muestra su cara más blues, voz y guitarra como emoción impresa. “Final curtain call” mete ritmo al momento junto a una adictiva armónica cortesía del propio Trout. “Heaven in your eyes” incide de nuevo en esa tendencia a apoyarse en los medios tiempos que vuelve a repetirse con “The sun is going down” a pesar de esta tener impreso un corte más crudo. 

Vamos llegando a la parte final del álbum en el que da la cara el rítmico “Make it right”, con Trout haciendo vibrar su guitarra. “Up above my sky” y “OK Boomer” ponen punto final, de aspecto reposado y raíz rockera la primera, con fuerza y grandilocuencia la segunda. “Ordinary madness” es otro disco más con el que disfrutar de un tipo que sabe manejarse a estas alturas con una solvencia fuera de cualquier duda.



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