LEATHER BOYS - Born in the seventies

Quedarte de brazos cruzados no es una opción cuando luchas por lo que crees. ¡Qué diablos!.  Bastante crisis arrastraba encima el mundo de rock and Roll para que encima se le haya venido encima la pandemia, porque al final, está visto que pagan los de siempre, que además son los que más aprietan siempre los puños para poder salir adelante. Si en este país el rock and roll siempre ha sido algo minoritario y alejado de modas, e incluso se está pasando por el forro el tema del relevo generacional, nunca han faltado bandas batiéndose el cobre en el local de ensayo, el estudio de grabación y los conciertos. Ahora no iba a ser menos. Este pasado año 2020 que hemos dejado atrás hace escasos días, acumula una colección de calamidades y miserias dignas de estudio, pero también una serie de discos que nos hicieron disfrutar y lo más importante, seguirán haciéndolo. No tengo, como con otras tantas cosas, una explicación clara o convincente, pero según iba pasando el año, he vuelto a sentirme más cerca que desde hace mucho de los sonidos más potentes. El hard rock como santo y seña, como forma de vida, como creencia arraigada, basada en los pilares básicos que lo levantan, en esos discos que son como templos en la tierra de su religión y por supuesto en los nuevos profetas que nos muestran sus alabanzas. Si, mi jodida educación católica sale a relucir a la más mínima, como un resorte travestido de recurso literario. 


Entre esos discos que han tronado en casa, que han desgranado sus canciones entre botellines de cerveza y ansias de volver a sentir el calor del directo, pero de aquel que implica el calor del momento, no se si estoy  preparado para vivir un concierto de rock como si fuese a ver a la jodida Orquesta de Cámara. Todo llegará, imagino, solo espero que en algo que siempre debió quedar al margen de la normalidad como es el rock and roll, no se le añada tan repulsivo término. ¿Qué estaba diciendo?. Ah, si, hablaba de discos que me ponen la sangre a hervir como si me bañase en el jodido infierno. Yo nací en los setenta, como reza el último disco de los asturianos Leather Boys, clásicos del sleazy patrio, que en este disco se plantan de cara para volver a demostrar que son unos auténticos héroes del hard rock, dispuestos a presentar batalla. "Rebirth" es la canción que abre este tercer larga duración de Leather Boys marcando las pautas a seguir, caña, melodía y puro sabor U.S.A. "Born in the 70's" es toda una declaración de principios enmarcada por unas guitarras enormes. Encontrar en su letra referencias a Starsky y Hutch, Kung Fu, Ron Jeremy, Judas Priest, Black Sabbath, Kiss o Cheap Trick te hará sentir como en casa, o a mi me lo hace. "Underground" nos traslada la siguiente década, final de los ochenta, casi comienzos de los noventa con su sonido infeccioso y sucio, sleaze it baby!!!. "Don't cheat on me" conjuga muy bien fuerza y melodía, con un riff muy marcado en la estrofa y mucho ritmo. Más crudo en esencia se presenta "Aphrodisiac grape", incluso más oscuro me atrevería a decir, de nuevo con un riff potentísimo.

Se caldea el ambiente con la intensidad que irradia  "Fly free (Blacksmith)" con ese inicio a lo Lynyrd Skynyrd. Que no te lleve a engaño el título, "Flower power" es puro hard rock con el bajo dominando la situación y ese deje canalla y macarra que tan bien les sienta. "Stranded" sigue esa dinámica, presumiendo de unas estupendas líneas vocales y ese sonido sleaze. "Scabs" comienza de modo reposado, liderada por ese solo que da paso a un riff muy rockero y ese ritmo que consiguen imprimirle mientras la línea de voz marca un tiempo más pausado. "Sixes and sevens" es puro rock and roll de tintes sureños, con unos teclados que le dan mucha vida. "St. Mary's dance" presume de rítmicas y me hace brotar una lagrima recordando a mi querido y añorado Malcolm Young. "Best I've ever had" es la power ballad de rigor, con la mirada fija en aquellos ochenta en los que era de ley que todo disco que se precie tuviese la suya reinando. Después de la calma llega la tormenta y esta se llama "To the curb", demostración de poderío, chulería y actitud. Cierra el disco la instrumental "Reverb". Sin lugar a dudas, otra piedra más para seguir creyendo en el hard rock. 

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