MOTEL BOURBON. Once años que no son pocos.

Cada cinco de enero me tengo que parar a pensar unos minutos cuánto tiempo hace que echó a andar este blog. Once años que no son pocos, aunque representen sólo un comienzo. Y me tengo que detener unos instantes para volver al momento exacto, porque a este Motel Bourbon, incluso en los momentos de cierto distanciamiento, lo he sentido siempre adherido a mi piel, a mis sensaciones y sentimientos, como esa parte de ti que no temes mostrar a los demas. Once años dan para mucho, para demasiado incluso. Ya lo he contado alguna que otra vez. Por mi cabeza llegó a pasar la idea de cerrar y tirar la llave al abismo de los recuerdos, porque esta bitácora se estaba convirtiendo en algo que yo no deseaba que fuese. Morir de gloria sería exagerado - e incierto - pero lo suficientemente gráfico para hacerse una idea aproximada. Este blog nunca ha tenido pretensiones elevadas, quizás porque tampoco tenga las capacidades para ello, pero sobre todo porque la pasión ha sido y será la única gasolina que lo mueva. Esta década de textos me deja la satisfacción de haber recuperado al final la causa de lo que el blog siempre quiso ser, sin olvidar la franca y alegre sorpresa de ver como un puñado de fieles se resisten a levantar sus codos de la barra de este tugurio virtual empeñado en mantener la música como su única y verdadera religión. Gracias de corazón.

 

Y como con cada año nuevo, toca hacer proposito de enmienda, redimir pecados para separarlos de los que me gustan y perviven impregnados en mis textos. Soy consciente que ha sido unextraño y maldito año  que dejamos atrás, pero me reprocho a mi mismo ciertas carencias involuntarias aunque no por ello menos reseñables. Algo que me propuse desde siempre en este blog, donde la única norma siempre fue que no hubiese normas, y en lo que mantengo férrea fe, fue apoyar a las bandas de este país que se baten el cobre cada dia, dentro de mis posibilidades por mínimas o escasas que estas fueran. Y estoy convencido que ahí este año pasado he fallado, aunque podéis estar seguro que no ha sido por obra u omisión. Lo que si creo haber conseguido es recuperar un nivel de independencia que llegó a tambalearse peligrosamente. Y para bien o para mal, que los textos de este blog sean algo personal e intransferible, donde la objetividad no tiene sitio mientras sea capaz de robar un mínimo espacio a las sensaciones. El objetivo nunca ha sido describir un disco sino intentar expresar lo que me transmite, lo que me rodea cuando me pierdo en sus canciones. Ese es el camino de este blog para este undécimo año de existencia. 

He dejado para el final, y no porque sea menos importante, el dar las gracias a todos esos músicos y gentes del negocio que siempre tratan con cariño al blog, aún siendo conscientes de sus posibilidades y limitaciones. Me llena de orgullo poder decir que son para mi, mucho más que sus canciones y que mi admiración por ellos supera lo estrictamente musical. También a toda la gente que se ha ido cruzando en mi camino para quedarse en él debido al blog, encuentros involuntarios que han tejido una telaraña donde sentirse a gusto. También a mi gente de RTBM con su paciencia infinita conmigo y porque parte de mi espíritu ácrata se ha impregnado en un trasatlántico cada día más imparable. Al final, el día que esto acabe, eso será lo único que no me podrá quitar nadie. Como despedida, le robo parte de una estrofa a mis admirados Tiparrakers, porque solo quiero ser general de una banda de tipos que escupa rock and roll al hablar.