MUDDY WATERS, JOHNNY WINTER & James Cotton - Breakin' it up, Breakin' it down
Aprovecho estos días que no invitan a salir - y no tan solo por efectos meteorológicos - para leer más que de costumbre, aprovechando que la presbicia aún no ha decidido llamar a la puerta y que curiosamente, últimamente parezco tener algo más de tiempo libre que de costumbre. He contado mil y una veces, que las lecturas siempre las acompaño de música, la que creo, pienso o determino, que encaja como banda sonora a aquello que estoy leyendo. El libro que ando devorando en estos momentos, por culpa de una de sus frases, me ha llevado a reencontrarme con el nunca olvidado Muddy Waters. No creo que sea necesario volver a relatar cómo llegué al blues, ni que su vertiente eléctrica siempre es mi preferida. El fuego de una guitarra debería de constar en mi partida de nacimiento, y si no, que alguien lo escriba en la arena cuando abandone este mundo como un puñado de cenizas esparcidas al viento. El viejo Muddy. Cuantas canciones suyas hemos silbado, o reconocido mientras silbábamos la de otros. El gran Muddy al que debemos - y a otros - nuestro querido rock and roll. El Muddy más eléctrico, acompañado por Johnny Winter, el albino de furiosas seis cuerdas que me abrió las puertas al blues rock - sí, ya lo volví a contar -. Siempre he pensado que este tipo de músicos, Muddy, Winter y tantos otros, en estudio eran capaces de concentrar su espíritu para dejar grandes obras, pero era en los escenarios donde realmente se sentían libres, fuertes, inspirados. Me pasa con ellos, con Hendrix, con Gallagher, con Vaughan... tan incendiarios sobre un escenario, sin grilletes ni cadenas.
Waters y Winter a final de los setenta grabaron "Hard again" y "I'm ready" y como una cosa lleva a la otra, era inevitable que ambos se lanzasen a la carretera para dejar fluir su magia. Pero si dos son compañía, en este caso tres no eran multitud, así que liaron a James Cotton y su armónica para que la magia creciese aún más, si eso fuese posible. La combinación de tres genios, de tres maneras, tres formas, tres historias frente a un público afortunado y envidiado cuando escucho este disco. Me pasa al escuchar ese "Caledonia" con el que se me van los pies en casa e imagino lo que hubiese sido estar allí de cuerpo presente y caliente dejándome llevar por el ritmo. Bendita magia negra en forma de acordes que siempre estará ahí por encima de modas o reivindicaciones estériles con fecha de caducidad. Una hora, once canciones, una historia mil veces contada y tan fresca como la primera vez. La primera vez que me enfrenté a este directo, durante los primeros instantes pensé, ¿dónde está el salvajismo de Winter?. Fueron escasos segundos, no era necesario en este momento. Y eso que en aquellos momentos, lo más sencillo hubiese dejado llevar por el tornado de rock and roll que asolaba el mundo. Escucha a Winter y Cotton en ese "Dealin' with the devil" y sabrás de que te hablo. No concibo este tipo de conciertos sin el sudor corriendo por mi frente, sin una mirada complice con quien esté al lado, sin una ola de hombros empujados por el ritmo. Tal vez por eso, me cuesta concebir los directos en estos tiempos que nos toca vivir. Todo se andará, pero eso es otra historia. Ahora mismo solo pienso en ese final con "Got my mojo working". ¿Cómo?, ¿el libro?. Pues de momento solo puedo decir que estoy devorando capítulos y poco más. Un poco de paciencia.
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