KINKI BOYS - Kinki Boys

Cierre perimetral. Me persigue a todas horas. Lo escucho en la televisión, lo leo en las noticias. Duermo con la radio encendida y se cuela entre mis sueños. Mi mente repleta de películas de ciencia ficción y serie B imagina por su cuenta controles de fronteras propios del celuloide. La realidad es más cruda aún aunque pueda parecer menos aparatosa. Metido en casa, al menos con la nevera llena de cervezas. Bueno, de comida también, pero uno tiene sus prioridades. Añoro los días de rock and roll canalla, botellín en mano, gafas de sol que disimulan la chispa en los ojos, hombro contra hombro, sonrisas compartidas. Hace unos días se lo decía a alguien, las cervezas no me saben igual en casa, que vamos a hacer. Trato que no me pueda la insatisfacción, lo intento, como Jagger, pero a veces me cuesta más de la cuenta. Dicen que la cabra tira al monte, y yo montes he recorrido más de la cuenta, bueno no, al final nunca son suficientes. Vivimos tiempos en los que las puertas están dejando de tener doble uso y solo se utilizan para cerrar, a cal y canto, o casi. Al final los barrotes de las ventanas no son para que no entren, sino para no poder salir. El miedo, como el amor, es libre y nosotros de sentirlo, vivirlo e incluso gestionarlo a nuestras manera. O como mejor podamos, que también.


Me siento delante del ordenador. Me ha costado últimamente bastante, durante algunos meses. Creo que ya lo he contado, o al menos tuve intención de hacerlo. A mi síndrome de Peter Punk le cuestan según que cosas. Pero bueno, me quedan, además de otras muchas e importantes cosas que la vida ha ido alineando en mi once inicial, el puto rock and roll. Historias de altavoces castigados. Los míos, y seguro que los tuyos. El rock and roll antes molaba. Ahora también, ojo. Solo hay que buscar, ahondar, profundizar, olvidar prejuicios e ideas concebidas de antemano. Tres son multitud. Menos en el rock and roll, donde son muchas veces el número perfecto, cuando se dan las circunstancias. Tres son Kinki Boys. Jordi Vila, que curte curriculum en Commando 9mm, Trogloditas, Corazones Negros, La Broma de Satán..., Toni Pick,  curtido en Trogloditas, Commando 9mm o La Broma de Satán y Marga Alday que hace lo propio, mostrando credenciales en las que aparecen Moonshakers, Los Bonzos...  Formados en 2018, a finales de ese año, en Silver Recordings de Martín Capsula, graban, mezclan y dan forma a este disco homónimo editado por Sweet Grooves Records, Pipus Records y Kinki Factory. Sign of the times, como diría con razón aquel.




Punk, rock and roll, garage, power pop, melodías, sabor a calle, a barras de bares, a chulería, historias de extrarradio y bailes de domingos resacosos. Ese es el coctel, que más que frío produce calor, que induce pies resbalosos por es sudor de tanto bailar, saltar, brindar. Voces a cargo de él. Otras a cargo de ellas. Guitarras en primer plano, salvajes, con la justa distorsión para dejar las cosas bien claras, bien dichas. 12 canciones para dejarte llevar, sin remisión, sin remilgos, que esto es rock and roll amigos, no sesiones extras de autotune. Me cierran los garitos, pero viven en mi corazón, y los mantengo en mi listas de cosas que recuperar en un futuro espero más cercano que lejano. Kinki Boys me ayuda a ello y eso es crucial y necesario. El mensaje salvador del rock and roll, sea la que sea nuestra manera de entender la salvación. Rock on motherfuckers.



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