BACON RADARS - Keep the lights off

Lo de las etiquetas es como casi todo en esta vida. Están ahí y las tomas o las dejas. Y si vas un poco más allá, pues incluso buscas tu propia variación como seña de identidad. Por un lado están los que nos las tomamos como una fuente de información que te puede señalar por donde van los tiros pero sin considerarlas una verdad absoluta o un referencial intratable. Luego los que tratan de definirlas y ceñirlas a un significado exhausto con el que es muy complicado ajustarse cien por cien como si hablásemos de las matemáticas más puras. Que cada uno elija su bando, su posición o si lo prefiere, que ponga una pierna a cada lado de la ralla, que aquí desde luego no vamos a hacer recuento. Los baleares Bacon Radars, han decidido que lo suyo se llame garage balear, y oye, por mí, sin problemas. Aunque afincados en Barcelona, lo de la denominación de origen siempre da caché, que todos hemos presumido alguna que otra vez de lo que nos gusta el sonido tal o cual, desde los ritmos más acaramelados a los más demoledores en el ratio del extremismo sonoro. Supongo que Bacan Radars buscan destacar que aunque su forma de componer bebe del garage, también escapan del marcaje más estrecho del género para enmarcarse en un estupendo rock de guitarras.


"Keep the lights off" es su primer larga duración y llega en este año en el que no sabemos si brindar por la esperanza o temer una recaída, si abrir las ventanas o protegernos detrás de las puertas. Pero las ruedas de molino no paran y el rock and roll, herido desde hace mucho tiempo atrás, sigue buscando su vía de escape para fluir. "Nightclub lights" abre el disco a base de gruesas guitarras, bajo prominente y voz distorsionada, todo ello no exento de una altivez justa y necesaria. Ese bajo asume protagonismo como cabeza visible de "Blurry Odds" que se reviste de hechuras clásicas y costuras poco encorsetadas. "Fade away" bebe sin pudor del garage rock anfetamínico. "Walking out" tensa la calma y baja los tiempos a la vez que aumenta las intensidades. "Lost in Town" es mucho más potente, riff afilado, bajo de los que te golpean en el pecho y melodía de voz que me traslada a la Pérfida Albión a mitad de los noventa. "Troublemaker" adopta un tono más desenfadado, de ritmo bailable y crudeza bien disimulada. Con "The Morning after" deciden seguir levantando el pie del acelerador, pero no por ello perderse en concesiones no necesarias. El inicio de "Preoccupations" me hace pensar que el final del disco va dejando guardadas las cantidades ingentes de energía pero eso no es más que para pillar fuerzas y arrancar con la canción más oscura del disco. 

Y después de la tormenta, la calma con "A thousand million copies", un pegadizo medio tiempo de esos que se escuchan en directo con la copa en alto y movimiento descompasado. Cierran con un Radio Edit de "Preoccupation" y yo pensando, que bien suenan estas guitarras, tío. Buen trabajo de Bacon Radars y su garage balear, además con una pinta de que estas canciones en directo tienen que funcionar a las mil maravillas. 

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