THE SOUL JACKET - Let me stand

A las puertas de una nueva temporada estival los cambios programados parecen señalar la rampa de salida hacia una nueva transición a los viejos y sin lugar a dudas en este caso, viejos tiempos que datan quizás, de algo tan ínfimo en el registro de la historia como un año y poco atrás. Tal vez sea momento de hacer examen de conciencia, aunque nunca encontré el momento propicio para ello. La vida es ese bien tan preciado del que te pierdes tantas cosas mientras intentas hacer balance cuando ni tan siquiera te hace falta. Por mucho que te afanes en quitar todas las pilas de los relojes a tu alcance, no puedes parar el inexorable paso del tiempo. Y la edad, además de arrugas cercando mis ojos me ha dado sentido del humor. La sapiencia la dejo para el que la quiera o necesite. He aprendido que una sonrisa me da más energía que todo el enfado del mundo. Un guiño de ojos es más necesario que una directriz a seguir. Nos robaron los besos durante todo un año pero no podrán hacerlo con las miradas cómplices. Me siento afortunado porque no hago este camino solo. Y tiene mérito. No tanto por mi parte, sino por quienes me aguantan en mi visión a veces salvaje de la vida y casi siempre, en dirección contraria. Los días son más mañanas con una caricia y más noches con un te quiero. Desconozco si los compañeros de viaje los elige uno o es el azar quien los pone a tu lado. Pero por si acaso al caer el sol dirijo mis plegarias a la diosa suerte para que me acompañe.


Lo que sí decido es la música que forma parte de la banda sonora de mi vida. En parte. Porque es el talento de los músicos la que le da forma. Me muevo entre la conveniente dualidad de dejar salir mis miedos y frustraciones expulsados por los decibelios que presten su fuerza a la causa. También de brindar al calor suave y candente que sea capaz de erizar los vellos de mis brazos y mover mis pies huérfanos de ritmo. A esto último me ayuda el nuevo disco de The Soul Jacket. Los de Vigo ya son patrimonio de la humanidad, por lo menos de esa que los entiende como algo necesario a su lado. The Soul Jacket han adaptado y adoptado el concepto de libertad como algo inherente a su manera de entender la música. Para este "Let me stand" han apostado por enriquecer todavía con más intensidad su forma de hacer canciones dejándolas brillar con luz propia. Todo son matices y están hechos para pillar una sobredosis de ellos y volver a preparar la jeringuilla que nos meta sus canciones en vena. Abro la ventana y grito sí, hermanos y hermanas, soy negro mientras me muevo torpemente con "Declaration of intentions". Puentes sobre la ría gallega que terminan en Detroit, descorchando botellas de Albariño en la Motown. Soul, rock, R&B. Me dejo llevar mientras suena "No regrets" a la par que acaricio a una de mis gatas y su ronroneo parece acompasarse al de la canción, fundirse con su regusto funk y su intenso ardor guerrero que se apodera de esa guitarra.

Hay tiempo y espacio para todo, podría ser perfectamente el título de este disco, y lo siento como propio cuando me pierdo en la confusión sensorial que me produce "Zein Im Tiefen Wald" sumergiéndome en un mar de contradicciones maravillosas o en ese pulso folk llamado"Ballad of Mister" de belleza infinita y tiempo sosegado. Miro el cielo, atento a las señales que anuncian de nuevo calor aunque la brisa mañanera parece dar un alivio y me muevo inconscientemente con las pulsaciones que me transmite "Don't tell" y su inmenso paraje instrumental que me traslada atrás en el tiempo, cuando el rock era otra cosa y seguramente, tú y yo también. Se acaba la calma y comienza el bullicio. El sol ya brilla con potencia y sentimiento de pertenencia por lo que la vida y sus ruidos se adueñan del ambiente mientras yo voy diciendo adiós, agarrado no recuerdo si a la segunda o tercera taza de café, sorbiendo con calma cada detalle de "The Writer". The Soul Jacket son una banda de ligas mayores que por desgracia nos negamos a establecer en este país, donde somos más de golpe de pecho que de efecto. Larga vida a "Let me stand".



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