Este Madrid - crónica sentimental de unos días recientes en Madrid -
Madrid, tan cambiada y a la vez tan idéntica. Recorrer aquellas calles es un flashback infinito, un dèjá vu interminable. Por la calle Fuencarral ya no circulan autos y no recuerdo tantas tiendas como hay ahora. Al menos es mi memoria. Gran Vía y Sol. Turistas a diestro y siniestro. Cierto, en estos momentos soy uno de ellos, pero en el fondo sé que no, porque parte de mí se quedó en esta ciudad y parte de ella en mí. Bajo por Montera y mi mirada busca a lo lejos la Sala El Sol, donde sudé tantas noches y mis pies vibraron gracias a los decibelios que comulgaban en su escenario. Montera no se ajusta a mis recuerdos, al menos, afortunadamente, en tanta cantidad como antaño, imagino que sabes a lo que me refiero. Hasta los tipos que invitan a los transeúntes a vender su oro parecen haberse modernizado. Voy localizando en mi cabeza aquellas tiendas de discos que visitaba. Afortunadamente muchas han sobrevivido, aunque más de una en este momento se encuentre cerrada por vacaciones. Desgasto mis dedos recorriendo cubetas repletas de vinilos, de los que varios saludan a su nuevo propietario que promete escucharlos y cuidarlos como si la vida le fuese en ello. El calor es sofocante y la sombra se muestra agradecida. Siempre me gustaron más las calles estrechas del centro madrileño que sus amplias e interminables avenidas. Las recorro con la parsimonia del que no tiene prisas y la ansiedad del que siempre busca algo.
Cinco días y es hora de volver a casa, a deshacer los kilómetros recorridos con otro buen puñado de canciones que me devuelven a ese Sur del Sur que siempre ha sido mi hogar, el lugar donde quise volver. Voy dejando Madrid atrás mientras de reojo miro por el retrovisor. Las señales anuncian la autopista que me aleja de la ciudad. No es un adiós sino un silencioso hasta luego, aunque no sé sí volverán a pasar casi dos décadas hasta que nos volvamos a ver. Los ojos de los míos reflejan el cansancio de unos días intensos que se mezcla con la satisfacción del momento pasado. Otra colección de recuerdos que añadir a su álbum de la vida, en los que casi sin darse cuenta, siempre relacionaran Madrid conmigo como yo ahora, también lo haré con ellos. Me queda la espina de no haber dado un telefonazo a gente que dejé en Madrid hace mucho pero que a pesar de la distancia siempre han estado en mis recuerdos y a otra que he ido conociendo en un pasado más cercano, pero este viaje se lo debía a mi familia para que se empapase de una ciudad que forma parte de mi vida y ahora espero que aunque sea un poco, de las suyas. Otra vez será, espero que más pronto que tarde.
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