JOE BONAMASSA - Time clocks

No podíamos terminar el año sin otro disco de Joe Bonamassa. Desconozco cuánto tiempo será capaz de aguantar este ritmo, no tanto de lanzamientos sino de calidad, aunque muchos no terminen de estar de acuerdo con esta aseveración. Porque no escapa a nadie que Bonamassa acumula una legión de detractores  empeñados en resaltar las carencias del guitarrista principalmente respecto a feeling. Lo que nadie puede o debe negar es el empujón mediático que ha dado al blues rock, a base de trabajo y empeño. ¿Estuvo en el lugar y momento adecuado?. Seguramente. ¿Qué el tipo ha sabido aprovechar la oportunidad?. Pues también. No voy a negar que a mi me atrae el Bonamassa que se acerca al hard rock con aquel ya lejano “Bloodline” del 94 o su aventura junto a Black Country Communion, y lógicamente, cuando se junta con la inmensa y a la vez musa de este blog, Beth Hart. Pero oye, tampoco me desagradan sus historias en solitario y por este blog han pasado “Redemption”, “Royal Tea”, “Live at the Sydney Opera House”, “British Blues Explosion Live”, “Live at the Greek Theatre” y Blues of desperation”. Unos cuantos además de un par de ellos junto a Hart.


Este “Time clocks” si no me fallan los cálculos es el tercer disco que edita en 2021. Resulta curiosa la alegoría al tiempo en el título teniendo en cuenta que a Joe le debe de sobrar más bien poco, porque “Ti e clocks” comenzó a gestarse en febrero en NY y no ha visto la luz hasta el último trimestre del año. Acompañado por Steve Mackey al bajo, Anton Fig a la batería y Lachy Doley a las teclas. Además ponen sus voces al servicio de los coros Juanita Tippins y Prinnie Stevens que también aparecen en uno de mis discos preferidos del año, “Shine a light on me brother” de Robert Jon & The Wreck. Bonamassa es un tipo orgulloso de sus influencias que además no oculta y a las que rinde homenaje regularmente, y eso se nota en este disco donde sin perder su propia identidad y su forma de tocar, te encuentras momentos de hard blues como en “Notches”, su faceta que más me gusta sin ninguna duda, el tanteo funk de “Mind’s eyes”, el poder de “Curtain call” o incluso los guiños folk que se pueden apreciar en “The loyal kind”. 



En definitiva, no creo que este nuevo disco de Bonamassa cambie mucho la percepción o mas bien la división que crea, es decir, seguirá gustando a los que disfrutamos de sus discos por un lado y por otro, seguro que levantará asperezas entre sus detractores que serán capaces de enumerar todas y cada una de sus razones.




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