SAM COFFEY & THE IRON LUNGS - Real one

Dicen que más vale tarde que nunca. Y además, nunca es una palabra que he tratado de desterrar en la gran mayoría de ocasiones porque así me lo ha mostrado a las claras la vida. Las más firmes convicciones quizás conduzcan por la férrea senda de la justicia pero el ansia de pecar es mayor adición y lleva a picar de flores que siempre pensaste estar alejadas de tú campo de acción. Por eso alejo de mi esa palabra de contundente significado. Rotos los carnets, es mejor huir de las filas antes de que te obliguen a vivir alineados, que además de pequeño me enseñaron a guardar la distancia social en la fila y ya entones le cogí manía a tener el brazo en alto. ¡yY a vivir cara al sol!, aunque este me haya reconfortado más de una prematura mañana en la que las gafas de solo ocultaban los efectos en mis ojos de una noche intensa mezcla de sabores amargos y dulces, ácidos y livianos, de los de resbalones inoportunos y risas aseguradas, confidencias etílicas y confesiones a la luz de neón en el improvisado altar de las noches en vela y los whiskys on the rocks.

Sagrario mundano como el que aparece en la portada de "Real one" de Sam Coffey & The Iron Lungs, presentado en la homilía del Rock And Roll hace ya casi un año, pero que ya sabes que nunca es tarde - y aquí si es bienvenida la dichosa palabra - si la dicha es buena. Tercer disco de los canadienses que lleva tatuado en el corazón aquello de es solo Rock And Roll pero me gusta. Ecos de los Stones, del rock americano de Springsteen y adrenalina power pop. Cubiertos de plata en la roñosa mesa de los corazones rotos a volumen considerable. Guitarras con sabor a carretera, "Back with the Gang" nos lleva directo al alma de la ciudad con aromas a New Jersey de "What this City needs" desde su Toronto natal. Desconozco si por arte de magia o herencia recibida pero "Magic" transforma en mí una imagen metal de Jagger, Keef y compañía.

Puedes cerrar los ojos e imaginar a Sam Coffey & The Iron Lungs tocar ante el febril público de un club o por qué no, un pabellón, puños y gargantas en alto, "Sound alright". Otra vez esa guitarra hace lujuriosos guiños a las manos repletas de nudos de Keef Richards en "Gates of heaven". Abres las ventanas, enciendes la radio, la ciudad despierta y en cualquier FM podría sonar "15 minutes" si hoy esto fuese los States y seguramente alguna década atrás, con ese aroma a trovador de ciudad, gente que dejó la fabrica para soñar con el Rock And Roll. Vasos a la mitad, siempre llenos de power pop, ritmos de eterno adolescente, esa entrada hacia el estribillo que recuerda a su paisano Brian Adams para coronar "Lately". Puro rock de guitarras nos encontramos con "She knows", de ese que debe la vida a Phil Lynnot. 

No abandonamos el barco, nos guían las guitarras, creemos con los ojos cerrados, nos confesamos en confesionarios decadentes, brindamos con sonrisas sinceras, celebramos con canciones como "Spirit of the radio". Efluvios de un blues electrizado, de un Rock And Roll de años primigenios, de melodías desencadenadas que se hacen verso en "Run angel".  Decimos un tímido hasta la próxima, un certero nos vemos prontos, un acertado esto da para más mientras la distorsión reina en el ambiente con "Real one", canción que da nombre al disco y se encarga de cerrarlo, sin pestillos ni cerrojos, preparado para la siguiente reproducción.


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