SNAKE MOUNTAIN REVIVAL - Everything in sight

Posiblemente sea complicado vivir con la mirada perdida, pero siempre he tenido la impresión de que lo es mucho más con esta fija en algo que solo tú eres capaz de percibir, de luchar contra unas voces que por mucho que el resto del mundo se empeñe en demostrar su inexistencia, su reverberación suena cada vez más fuerte dentro de la cabeza. Algo que afortunadamente no ocurre en mi círculo cercano pero desgraciadamente sí lo he vivido en el más próximo. Por eso rompo una lanza hoy por la visibilidad de una enfermedad que aún con el paso de los años seguimos encerrando con recelo en el sótano de las vergüenzas adquiridas y las visitas por la puerta de atrás. Pero una vez dicho esto, vamos a centrarnos en la alteración de los sentidos de forma provocada.  El control de las alucinaciones es inexistente en el momento que abrimos las puertas a estas de manera voluntaria o no. La experimentación con drogas, algo tan cercano a la humanidad casi como los albores de estas, como vehículo para el contacto con dioses, espíritus o señales, se ha asociado de desigual manera a construcciones musicales que en una nebulosa han mutado en esencias inmortales.

La perturbación voluntaria de los sentidos a través de la música sigue vigente en un viaje atronador a través de atmósferas capaces de construir pasajes oníricos y que seguramente se perciben de distinta manera en el oyente según su capacidad o voluntariedad de entrega, de la distancia propuesta ante el mensaje recibido. Una de las bandas que nos propone esa entrega, esa rendición incondicional antes de entrar en las puertas de la percepción es la banda de Virginia, Snake Mountain Revival, cuya música de clara inspiración en la psicodelia de los sesenta te mece en una intenso vaivén sonoro que busca la profundidad de su invasión del psique. Un atrayente y circular caleidoscopio de calidad melodías con las que preparar la liturgia chamánica como en "Just a feeling", que te invita a agarrar su fantasmagórica mano y viajar por senderos donde los colores se confunden en proporción a esa letanía construida por voz y guitarras.


Este "Everything in sight", cuyas puertas abre el ritmo evocador de "Satélite ritual" cuyo bajo se muestra como el latido perturbador de un corazón que bombea sangre poderoso a la vez que nuestro cerebro se sumerge en un paraje soleado de calma. De la claridad a la tormenta fuzz con "Moon Baron" de corte oscuro y un riff dominador, que sin llegar a la crudeza desértica si proporciona fuerza motriz en esta segunda estación de viaje para purgar nuestras almas. Después de la ya anteriormente nombrada "Just a feeling" es el turno de "Graveyard glove" que se sumerge en un crisol hipnótico, un periplo a lomos de barbitúricos centrado en la psicodélica armonía que lo abraza. Durante los ocho minutos y medio que recorren la canción que cede nombre a este disco nos encontramos con un serpenteante movimiento de atracción en el que asomando su cabeza al rock californiano de los sesenta, se muestra como un monstruo de distintas cabezas que casan perfectamente entre si.

La consulta al consejo de espíritus por parte del Chaman se concentra en "Pheremone" y su lisérgica atmósfera construida por sus guitarras y la homilía perturbadora de la melodía vocal. La guitarra se convierte en líder sustancial de "Water moccasin"y sus efluvios surf. Cierra esta experiencia existencial propuesta por Snake Mountain Revival con la rocosidad de "The Valley of Madness" que se va transformando en un constante universo de subidas y bajadas constantes. Un gran disco que podría casar con lo que en nuestro país están ofreciendo bandas como Atavismo, Híbrido o Maragda y fuera con gente como All Then Witches por nombrar algunas que me vienen a la cabeza.

Comentarios