Suma y sigue. El blog cumple 13 años

Cuando era un niño esperaba expectante la llegada de la noche de Reyes. La primera vez que la vida te muestra su verdadera cara coincide con la perdida de la inocencia resultante de conocer la existencia de estos. A partir de ahí, todo ocurre tan deprisa que vas quemando etapas, una tras otra casi sin darte cuenta, poseído por la desesperación por crecer al principio más rápido de la cuenta, luego por tratar de detener el cronómetro. Más tarde lo ves en tus hijos, observas desde fuera como impotente espectador de una película que protagonizaste aunque ahora pretendas no recordar. Hace ya trece años que la noche de Reyes volvió a estar marcada en rojo en el calendario de la vida, ese que todos llevamos colgado al alma con alfileres que pinchan lo suficiente para que no olvides que están ahí pero no lo bastante como para desangrarte. Un cinco de enero nació este blog del que soy padre, hijo y espíritu santo. 

No quiero levantar la vista y mirar atrás. Sufro vértigo al observar el horizonte y mi galopante síndrome de Peter Punk mete el dedo en mi ojo cuando pretende no distorsionar la realidad. He explicado tantas veces la razón de ser de este blog que otra mas me da pereza. La felicidad es saber cerrar la mano a tiempo y  abrirla cuando crees que las circunstancias son propicias, más allá de que los hechos lo constaten o no. Motel Bourbon cumple trece años y sus cimientos son fuertes, tanto como son los míos, por los que lucho para que no se desmoronen. Este 2022 es para mí un año extraño y a la vez maravilloso. Mi blog adhiere a sus textos un número maldito pero presente. Personalmente, en noviembre acumularé medio siglo de vivencias desde que por primera vez abriese los ojos y comenzase esta cuenta atrás en la que consiste la vida. Esos trece años  forman parte inherente de los 50. Fundidos junto a las risas, los besos, las caricias, las heridas, los mordiscos y los arañazos que forman ese círculo infinito que vive bajo este disfraz de piel, carne y huesos.

Trece años me han dado suficiente tiempo para aprender a mirar con desdén a aquellos que me observan por encima del hombro, a no pretender llenar mi vaso donde no me siento a gusto ni me aceptan por lo que soy. Trece años llenos de satisfacciones que amarro con fuerza a los cordeles de tender para que no se los lleve el viento. Nunca me he sentido muy a gusto con los reconocimientos, primero porque no se bien como encajarlos debido a mi timidez. Segundo porque las medallas pesan demasiado y siempre me ha gustado ir por la vida ligero de equipaje. Son los detalles los que curten el alma y en los trece años de este blog - y los dos que cumple el podcast, al que a pesar de la ansiedad inicial, he conseguido inocular de la misma esencia consistente en pretender nada más que divertirme - puedo llamarme afortunado de coleccionar bastantes. Cuando alguien te dice que le has ayudado a pasar el confinamiento - muchas gracias de corazón Rafa por tus palabras - ya vale más que toda la legión de palmadas en la espalda de las que no sabes cuales derrochan sinceridad o albergan conveniencia.

Trece años, de palabras impresas en el blog. De deseos, sentimientos, gustos y desencantos no siempre bien sabidos expresar o con la soltura necesaria. Trece años que no son pocos pero en la distancia no representan nada. Trece años de resistencia a unos tiempos en los que la moda imperante decidió que hacer un blog es algo fuera de moda, hasta que el penúltimo gurú vuelva a instaurarlo como actualidad y los que siempre estuvimos, volvamos al rincón de un anonimato mayor del que atesoramos ahora. Hubo un tiempo en el que tuve un pie fuera del precipicio,  a un solo chasquido de creer ser algo que nunca seré y que además estoy convencido de no pretender. Por suerte  quedo atrás, un lejano recuerdo. Este duodécimo   año de vida de Motel Bourbon guarda un gran recuerdo. Las visitas han crecido una barbaridad y aunque con razón para la gran mayoría no sean más que números humildes, para este que escribe, os aseguro que significa un inmenso y excitante chute de adrenalina. 

Toca despedirse. Solo queda agradeceros a todos los que visitáis Motel Bourbon - y más aún si habéis sido capaces de llegar hasta esta última parte - vuestro grano de arena, que para mí son camiones de cemento. Si algo pretendo para Motel Bourbon es que su apuesta sea la honestidad, la independencia, la pasión y por qué no, la falta de objetividad que hace mucho que ya no creo en lo bueno o lo malo, sino en lo que me gusta o no . Si lo estoy consiguiendo o aún estoy lejos de lograrlo, no dudéis que seguiré peleando por ello. Os invito a levantar la copa, a brindar por los trece años de Motel Bourbon, por la vida, por ti que estas leyendo esto y porque como cantan Zoo!, nos une el Rock And Roll. ¡Salud!.



Comentarios

bernardo ha dicho que…
Enhorabuena y que pervivan muchos años más de lecciones de amanecidas y sapiencia que hay en cada entrada que publicas
Alberto Secades ha dicho que…
Enhorabuena por tu capacidad de resistencia, tan apreciada en esta época de renuncias.

Gracias
Motel Bourbon ha dicho que…
Muchas gracias a ambos
ZOO! ha dicho que…
Un fuerte abrazo y nuestro más sincero reconocimiento a la labor que desempeñas en pro de la cultura musical. Los ZOO! de La Línea deambulamos y algunas veces pernoctamos en tan rockero Motel. Gracias por estar ahí.
Unknown ha dicho que…
Carlitos eres un máquina