GREEN LUNG - Black Harvest

Las modas son extrañas píldoras empeñadas en convertirse en obsesionadas distorsiones de la realidad. Puertas abiertas alejadas de carreteras secundarias con carteles en luces de neón que no conducen a ninguna parte más allá del siguiente camino de ladrillos amarillos. Sustento volátil que no resiste muchas veces el acoso del siguiente objeto de admiración con fecha de caducidad. Pero el paso a la oscura sombra reflejada por esa lupa cuyo aumento intransigente otorga los consabidos cinco minutos de gloria, a veces devuelve las aguas a su cauce natural. Una chispa prende el fuego e instantáneamente las miradas se fijan en un punto de atención. Aunque esas grandes redes de arrastre a veces también sacan a la superficie especies que de otra manera hubiesen pasado inadvertidas para una contante mayoría. Desconozco si el folk horror sigue en boca de aquellos que moran fuera de las catacumbas del cine de terror. Una cinta como Midsommar, con sus estériles a la larga retahílas de defensores y detractores coloco el término a la vista del pópulo soberano. Hasta la próxima inflexión, darling. 

A pesar del éxito auspiciado por la cinta sueca, el concepto del folk horror se enraíza en tierras británicas como parte de su costumbrismo. Y esa idea fija se instala en la lírica de los también británicos Green Lung y su heavy rock instaurado en los cánones clásicos y básicos del género de clara inspiración en los setenta y la imaginaria mas oscura y sombría del estilo. Su debut "Woodland rites" fue un aviso a navegantes. Esta continuación, "Black harvest", donde abren las ventanas para airear los suficiente las tinieblas, no se convierte en tabula rasa sino en heredera de una riqueza de matices instaurado por los padres fundadores del género, reconocidos o no. Unas tablas de la ley donde se recitan de memoria las enseñanzas entregadas en el monte del riff monolítico por Black Sabbath, Deep Purple, Uriah Heep, Atomic Rooster, Witchfynder General... o si preferimos embarcarlos junto a bandas posteriores, Electric Wizard, Wytchcraft o sus compatriotas Wytch Hazel. 

El embrujo de unas composiciones salpicadas por un halo de oscuridad perfectamente construida, una contundencia que evita la pesadez del doom a pesar de basar su rigidez en el sin llegar al aroma desértico del stoner pero construyendo un solido puente entre ambos. La omnipresencia del riff como ente generador y objeto de idolatría. La melodía en la voz como referencia indefinida que contraponer, luz no como extinción de la oscuridad sino de idónea alquimia resultante, con la conciencia expuesta a la influencia de Ozzy Osbourne y su rol de negro sacerdote del rock de abultadas distorsiones. Canciones como "Doomslayer", "Old gods" o esa inmensa y sabbathica "Born to a dying world". Green Lung es una de esas bandas que tan bien rescatan una forma de entender la música tan inmortal como a veces incomprendida y oculta tras un sepulcro con el que tratar erróneamente de mantener en un segundo plano.


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