MICHAEL MONROE - I live too fast to die young (2022)

Las tradiciones tienen la importancia que uno decida adjudicarles en cada momento de la vida si no quieres verte atrapado en un círculo viciosos donde ni tan siquiera la desgana es capaz de sacarte ya que al final el punto de llegada está irremediablemente unido al de partida. Las patadas derriban puertas sí se usan correctamente o cuándo notas el agua al cuello y toca correr. Agarrarse a un calvo ardiendo puede ser una buena solución a riesgo de quemarse las manos, pero a veces es la única manera de escapar indemne de la explosión. La vida vista desde una mirilla se estrecha y deforma tanto que los juicios de valor se convierten en sumarísimos y nos emiten condena consistentes en pensar tanto que dejamos la vida pasar y qué terminamos cumpliendo convencidos de que no nos queda otra. Es la rueda de la vida, la que podría ser la estrella del menú de cualquier restaurante de comida asiática por su sabor agridulce. Por eso es tan necesaria la actitud, para ser capaz de morder con rabia y elevar al final el marcador a tu favor o por lo menos tratar de dejarlo en un empate que no sepa a derrota. Los dioses están de paso y la gloria cierra a medio día así que el dedo corazón vive en un continuo levantamiento frente a la indolencia, la desgana y el qué dirán.

¡Viva el puto Rock And Roll y su forma de vida!. Nunca traté de ser normal al menos como ellos lo entienden y parece ser que recibieron bien el mensaje. Las miradas de reojo te terminan dando vida porque siempre van cargadas de envidia. Desconozco si viví lo suficientemente rápido como para morir joven porque realicé mas de una parada de rigor cuando el cuerpo no dio más de sí, pero al menos tengo claro los ojos donde quiero mirar. Los altavoces braman y los cristales vibran. Elegí mi bando hace mucho tiempo y siempre es al lado de Michael Monroe y su panda de cuatreros del Rock And Roll y carmín que le acompañen en cada asalto, esa cuadrilla de la muerte que conforman Steve Con, Rich Jones, Karl Rockfist y el gran Sami Yaffa.

Si de algo he presumido en más de una ocasión es que si algo no es este puñetero blog es la meca de la objetividad y además me la suda en grado superlativo que no lo sea. Amigos, gentes de mal vivir, Michael Monroe es uno de los ídolos de este sagrario de decadencia llamado Motel Bourbon y sus discos son dinamita que rompe con todo aquello que me estrecha los callejones. Pretender no saber lo que te vas a encontrar en un disco del finlandés es una quimera, un mar por el que no me va a llevar nadie por mucho respeto que le pueda profesar. Esto es puro Rock And Roll, melodía, actitud punk, guitarras sudorosas, glamour, chulería de Rock And Roll star, carmín y lápiz de ojos, la vida en un puño y un fuck off que te arañe la garganta. Monroe lleva un puñado de discos que te ponen las pilas a la primera. Electricidad sin premisas, calambres a flor de piel cargados de riffs que mueven tus pies. Sexy como el diablo en una puesta de largo, elegante como en una primera cita, viejo demonio a la hora de tocar las teclas adecuadas.




No importa si anteriores entregas te gustaron mas o menos, si algunos pasajes más duros se han cambiado por otros donde las melodías se toman su tiempo, porque estamos ante un disco que rememora que el Rock And Roll podrá gozar de mejor o peor salud pero tiene claro lo que llevar en los bolsillos. Michael Monroe es la esencia, la pura pero expiando la dichosa palabra de todas las acepciones que la pueden llegar a hacen tenebrosa. Michael Monroe da igual que se ponga meloso como en "Antisocialite" o deje escapar la adrenalina por todos sus poros en "Young drinks & old alcoholics", porque todo ello forma parte de esa droga tan necesaria a la que expongo mis venas las veces que haga falta. ¡Mr. Michael Monroe, cabrones!. ¡Quitaos los putos sombreros ante él y su banda!

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