OZZY OSBOURNE - Ordinary Man (2020)

A veces estamos tan empeñados en abarcar tanto que vivimos con los brazos abiertos y a una velocidad más de la cuenta, lo que nos lleva a dejarnos atrás casi sin darnos cuenta cosas que hubiésemos guardado con gusto en la guantera. Con Ozzy ha punto de sacar su nuevo disco, “Patient number 9” que verá la luz el día 9 de este mes, en esa ráfaga que me lleva a revisitar discografías cada vez que alguno de mis músicos favoritos vuelve a la actualidad, me he dado cuenta que no dediqué unas palabras a su disco era pandemia, “Ordinary man” editado en febrero de 2020. 

Ozzy Osbourne es el prototipo de músico que se presta tanto por parte de medios como de los seguidores del rock en general casi diría a partes iguales a la crítica y el fervor exagerado. No esconderé la mano despues de tirar la piedra y señalaré sin dolo ni culpa aparente que pertenezco a los segundos. Dos años después no recuerdo cual fue la unanimidad general sobre este disco pero en cuanto a lo personal, es cierto que es un disco que para mí ha ido ganando mucho con cada escucha sobre todo superada esa ansiedad inicial que provoca la salida de un disco de alguno de tus artistas preferidos.

Ozzy siempre sin perder la esencia y característica de su sonido ha tratado de adaptarse a los tiempos sin trangredir excesivamente lo que se espera de él. Para este “Ordinary man” un disco cuya combinación ganadora es mantener  el equilibrio entre fuerza y melodías de forma maestra, aunque - y comprensible oiga - los momentos de baja intensidad superen a los desvaríos furiosos,  cedió protagonismo a Andrew Watt que se hizo cargo de la producción consiguiendo un sonido actual pero que a la vez trasluce la esencia clásica que acompaña a alguien con la ya dilatada carrera de Ozzy. El propio Watt a las guitarras, Duff McKagan al bajo y Chad Smith a la batería se encargaron de dar forma a este “Ordinary Man”, donde nos encontramos el amor de Ozzy por los Beatles en la canción que da nombre al disco y que cuenta con la colaboración de Elton John, la fuerza de “Straight to hell” que nos conduce al Ozzy más reconocible, los detalles pop que tan bien encajan en un medio tiempo como “All my life”, la directa bien pisada en “Scary little green men”, ese eco Black Sabbath que atesora “Eat me” o “It’s a Raid” junto a Post Malone cuyo ritmo crudo y esa línea vocal a veces tan Sabbath mezclada con otras partes que nada tienen que ver resultan finalmente atractivas.

También nos encontramos con alguna canción que levanta excesivamente mi ceja en señal de desaprobación como “Take what you want”, totalmente imprescindible e innecesaria, un trap que por mucho horizonte comercial que Ozzy pretendiese conquistar no pega ni con cola. En resumen, un muy buen disco, ahondando en los medios tiempos pero sin sonar como un pastiche edulcorado sino con la fuerza implícita que alguien como Ozzy Osbourne debe de llevar consigo siempre. A esperar el lanzamiento de "Patient Number 9".

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