HOTEL VALMONT - Hotel Valmont (2022)
Una de las grandes maldiciones del rock and roll es esa de que todo el mundo hable maravillas de ti pero no se refleje a la hora de la verdad en un salto cuantitativo en expectativas, no ya de vivir de esto, casi una jodida utopia en este país, sino al menos escalar hacia la división de honor, sea lo que sea eso en las fronteras donde nos movemos.
Hotel Valmont lo representa a la perfección. Un grupo del que cualquiera que haya escuchado algo de ellos y preguntes solo te hablará maravillas, pero que lleva tantos años en la lucha por la supervivencia que estoy seguro que las marcas en la piel cada vez serán más profundas. El año 2011 los vio sacar su primer larga duración y joder si ha llovido desde entonces. Disco en directo, varios e.p.'s, alguna historia en solitario como la de su cantante Manuel L. Sacristán y ese vacío por medio que aunque tal vez no sea real lo parece y mucho cuando no suenan las canciones en tu cabeza con la frecuencia deseada. Hasta 2022 hemos tenido que esperar para que Hotel Valmont vuelvan a sacar disco completo.
"La mentira" es la canción que abre el disco y esas guitarras sin colocarse en primera fila dejan su impronta escoltando de manera contundente la melodía de voz. Sabor a carretera en consonancia con la portada del disco es lo que nos encontramos en "Oxidado". Cambian las tornas en "Territorio perdido", rebajan la potencia pero sin perder intensidad recitando de memoria a los grandes del rock americano. "Robot" presume de melodía de voz que marca precisas líneas sobre una musicalidad prendida de bella calma. Hago un alto en el camino para hacer inciso en escuchar y absorber las letras de Manuel L. Sacristán. Regresan las guitarras a marcar el camino ¡y de qué manera! con "Los muertos vivientes" dónde se denotan influencias del rock propio facturado en este país principalmente en el estribillo mientras ese riff es un vacile constante.
"Dos rombos" es puro Rock and roll energético que por momentos gusta emparentar con bandas cómo The Replacements o nuestros 091 e incluso en el solo se denotan guiños sureños. "Los Santos" es un blues canalla a Los Lunáticos pero mostrando mucho mas bíceps que aquella historia de Santiago Campillo. "Amapolas" es una de esas canciones que cantas hasta la última palabra en directo, de factura pop, elegante y con detalles vocales que pueden recordar al añorado Antonio Vega. Como el embiste del mar contra un rompeolas, "Miserables" levanta el puño, pisa el acelerador y denota furia por todos sus costados. "Marrakech" pone punto y final a este disco de manera magistral, con un inspirado Sacristán, una canción que comienza de manera calma para ir creciendo en intensidad de forma natural y una fuerza que sale de dentro, de esa que se tiene o no. ¡Qué gran disco!.
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