MEGADETH - The sick, the dying… and the dead! (2022)

Dave Mustaine es un tipo constantemente malhumorado. Su rencor atemporal a Metallica. Sus sucesivos problemas con cada músico que ha militado en Megadeth. Su viraje en el tiempo de señalar en sus letras el fanatismo de las guerras santas a tratar de vetar a una banda por sus letras satanicas ya que chocaban de frente con su recalcitrante cristianismo adquirido. 

Entre otras muchas cosas, así es Dave Mustaine, un tipo que durante toda su vida ha ido superando una serie de adversidades bien relacionadas con sus adicciones, con problemas de salud más tarde. A pesar de muchas historias que acumula a sus espaldas reconozco que es un tipo que me cae bastante bien. Todo lo bien que te puede caer alguien a quien ni conoces ni probablemente conocerás en las distancias cortas. Otra cosa es su música, de la que siempre, y a excepción de algún borrón y cuenta nueva, si que me declaro fan empedernido con conocimiento de causa, ya que sus canciones si que las he trillado hasta la saciedad, mas en alguna época que otra, no nos vamos a engañar a estas alturas. 

Ya sin su inseparable - hasta ahora - Junior Ellefsson a su lado, Mustaine ha sabido cubrirse bien las espaldas reclutando a Steve DiGiorgio -en una segunda etapa en Megadeth- para la grabación, un bajista de sobrada solvencia aunque no cuente como miembro de la banda ya que el puesto de bajista parece ser para James LoMenzo que parece ser que vuelve al barco. En la batería Dirk Verbeure, que sobrevive en el grupo desde la gira de "Dystopia" y como guitarrista, algo para lo que Mustaine siempre ha tenido muy buen ojo y mejor gusto, repite Kiko Loureiro, quien a mi personalmente me gusta mucho su forma de tocar y que se ha adaptado perfectamente a lo que significa seguir el rastro de Dave en Mustaine y a la vez ser capaz de añadir tu propia forma de tocar para envolver el sonido de la banda como ya demostrase en "Dystopia" un disco que personalmente me gusta mucho y que en cierto modo sirve de guía para este "The sick, the dying... and the dead!" donde Mustaine vuelve a recurrir a recursos propios de sus primeros tiempos pero sin olvidar en ningún instante la época en la que estamos instalados.

Precisamente con la canción que da nombre a este trabajo es con la que abren esta nueva andanada, donde queda ya claro que la apuesta clara de este disco, como comenté en el párrafo anterior es la actualización de postulados clásicos y sobre todo el enorme peso que las guitarras tienen en este disco. Otro punto a favor es la voz de Mustaine, que quizás no presume de ese timbre donde prodigaba un cabreo eterno y una rabia que sabía perfectamente como imprimirla en las estrofas, si que es capaz de mantener una línea agresiva a la vez que deja espacios para la melodía. El disco se mueve entre canciones como "Night stalkers" con unas guitarras rabiosas y una batería endemoniada y la participación de Ice-T (Dave ya colaboró con él y sus Body Count), la poderosa "Celebutante" (¿solo a mi me viene a la cabeza los Black Sabbath era Dio en ciertas partes de la guitarra?) o la thrasher "We'll be back".



También nos encontramos con otras más "pausadas"  como "Dogs of Chernobyl" -aunque esta posea una parte central donde parece que la batería va a derribar todas las paredes de la habitación- o "Junkie" cuyo estribillo puede llegar a despistar a alguno y otras donde apuestan mucho más por el metal técnico como "Sacrifice". Por cierto, en cada hueco posible de cada canción, han metido un solo de guitarra. Para terminar un par de versiones, primero "Police truck" de Dead Kennedys que les ha quedado realmente bien y "This planet's on fire (burn in hell)" de Sammy Hagar que oye, reivindicar a Hagar, que tiene unos discos cojonudos, sobre todo antes de incorporarse a Van Halen me parece siempre necesario. En definitiva, un disco que se disfruta mucho, mostrando a unos Megadeth plenos de energía y potencia dispuestos a no perder comba en esta carrera loca en la que parecen haberse embarcado multitud de grupos después de la pandemia.

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