Videoclub: La noche de los demonios (1988)

Allí al fondo a la izquierda, aquel pasillo donde esa lámpara parece empeñada en respirar entrecortada, añadiendo una atmósfera propicia para las películas que moran en las viejas estanterías. Alejadas de la alfombra roja que preside el lugar donde están colocadas aquellas películas con lista de espera para ser alquiladas y a espaldas del rimbombante rincón de los grandes clásicos se encuentran reunidas en un extraño ritual las denominadas cintas de Serie B. 

Reflejo muchas ellas de una época donde el sentido del espectáculo y la obsesión de divertir por encima de todas las cosas se imponían sobre estándares de calidad que alejan de ellas espíritus críticos absorbidos por su propia autosuficiencia. Objetos de culto por una minoría, como debe de ser en cualquier veneración con ritos de efectos especiales artesanos y litros de hemoglobina. Bienvenidos al videoclub de Motel Bourbon, donde seguramente no encontréis ningún Oscar debajo de alguna repisa pero si una pléyade de demonios, muertos vivientes o guerreros de un futuro distópico.

La noche de los demonios aglutina sobre sí todos los elementos tópicos y típicos del cine de terror de los ochenta, con influencias tan descaradas que es imposible obviarlas y ciertas lagunas en el guión que la alejan de grandes tertulias pero la acercan a los gustos de este que regenta el blog. Dirigida por Kevin Tenney, quien por cierto también atesora en su haber otra de esas películas que trataré de recuperar para este videoclub si tiene suficiente recorrido como es Witchboard, protagonizada por la tristemente fallecida y reconocida por nosotros por sus apariciones en los videoclips de Whitesnake, Tawny Kitaen. La noche de los demonios es de esas típicas películas capaces de hacerte pasar un muy buen rato siempre dependiendo de las exigencias del espectador.

Su trama no escapa demasiado de lo obvio. Durante la noche de Halloween, un grupo de jovenes se reúne para una fiesta en una funeraria abandonada con fama de hechizada y donde supuestamente se cometieron una serie de asesinatos. La cosa, como era de esperar, se va liando y las posesiones florecen en un escenario ideal, todo hay que decirlo, para campar a sus anchas y provocar situaciones tal vez hilarantes pero no por ello deseadas. Por supuesto no faltan tetas ni exhibiciones gratuitas como buen producto del tiempo en que fue dirigido. Destaca el trabajo de Steve Johnson en los efectos especiales, sin perder nunca de perspectiva la época. En el reparto nos encontramos a Linnea Quigley - ¿quién no recuerda su sensual baile en El retorno de los muertos vivientes? - haciendo gala de sex appeal aunque esta vez, la danza de seducción corre a cargo de Amelia Kinkade a ritmo de "Stygmata martyr" de Bauhaus.



Las influencias de Evil Dead de Sam Raimi y de Demons de Lamberto Bava son palpables y seguramente rascando solamente un poco más, serán muchas más las que salten rápidamente a la superficie, pero sin lugar a dudas, son estas dos las que en primera instancia recorren mi subconsciente mientras visualizo la película. La noche de los demonios no ocupará lugar de honor en ninguna reconocida filmóteca ni será objeto de agudos y concienzudos análisis para la posteridad pero sin lugar a dudas, cumple con su misión de hacerte pasar un buen rato. Por cierto, existe un remake que también merece mucho la pena de 2009, dirigido por Adam Gierash y en la que es Shannon Elisabeth quien danza pero esta vez a ritmo de "Black Nº1" de Type O Negative.

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