NIGROMANTE - Summon the devil

El uso de las palabras en propio interés no seré yo ahora quien pretenda gestionarlo, pero que sobre todo en el mundo de la música donde las etiquetas bailan a su propio son y a veces son capaces de definir el grado de actitud o compromiso de un tipo de música, no siempre arriman ascuas al rincón adecuado. Que el heavy metal es parte fundamental del underground por mucho que a aquellos que se han apropiado del termino pretenden dirigirlo hacia otros menesteres, es algo que se puede discutir, pero que al menos yo no pienso negar. Existe una red de bandas y sellos que alimentan ese fervor descomunal que aún muchos seguimos sintiendo por el heavy metal y seguramente una serie de medios que le dan o intentan darle la visibilidad de la que son capaces. Hijo bastardo del rock and roll, tantas veces en el punto de mira que durante un tiempo fortaleció una hermandad que muchas veces me cuestiono si ha sobrevivido al relevo generacional pero sobre la que sigo albergando esperanzas que se retroalimentan cuando escucho los discos de gente como Altair, Invicti, Hitten o Redshark.

Otro claro ejemplo es el de los madrileños Nigromante que en octubre del pasado año lanzaban su segundo disco ocho años después de su debut. El dúo formado por Jorge Serrano (Rancor) y Choco (Frenzy) practica un heavy metal crudo de corte clásico revestido de una gruesa capa de oscuridad. Podemos denotar en sus canciones marcas propias de la NWOBHM, Mercyful Fate y del heavy aleman de los 80 que practicaban en sus primeros tiempos gente como Rageo Running Wild y el epic metal norteamericano de la misma década. “Summon the devil” es un disco con una base clara pero a su  vez variado dando rienda suelta a todas las influencias que se acumulan en su haber. Desde esa voz que recuerda al Peavy más seminal en “Die on a lie”, pasando por ese cañonazo vitaminado llamado “Galactic empire” que retrocede hacia la contundencia monolítica del doom y el heavy más primigenio volándome la cabeza. Loas al Rey Diamante y Mercyful Fate con “The oath” o la precencia de esa forma tan característica del heavy norteamericano de los primeros 80 que desarrollaban gente como Warlord o Manilla Road y se plasma en “Mind demons”.

Así podría seguir hasta el final de todas y cada una de las canciones que componen este “Summon the devil” pero no, porque es mejor centrarse en subir el volumen y disfrutar de un auténtico puñetazo de heavy metal con todas las virtudes y si, los defectos, que tanto me gusta. Esperemos que no tengamos que esperar otros ocho años para que Nigromante saquen disco nuevo aunque realmente, este “Summon the devil” pienso disfrutarlo largo tiempo.


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