SANTO ROSTRO - Después no habrá nada

Sin razones aparentes se me está haciendo muy complicado sentarme a escribir estas últimas semanas. Y no hablo de falta de tiempo, algo que he conseguido regatear cual extremo en desuso durante la más de una década que este blog está en funcionamiento. Es más una cuestión anímica en la que influyen tantas cosas que me resulta imposible tejer un parche que vaya tapando momentáneamente los huecos por donde se escapa el aire. ¿Cansancio?. ¿Hastío?. Quizás. ¿Desgaste?. Seguramente. Incluso lo podría achacar a nuevas historias que aparecen en el horizonte con visos de convertirse en realidad en un futuro tan próximo que casi arañan las hojas del calendario. O tal vez tan solo sea la erosión propia que provoca el tiempo, dando paso a vaivenes que según la altura donde dejan tus ojos en el momento indicado, hace que las cosas seas capaces de verlas, o percibirlas, de un modo u otro. Igual en este momento estás pensando"¿Pero a que viene todo  este rollo para hablar de un disco?". De ser así seguramente no seas habitual a este blog personal que hace buen uso de su descripción para servir como ventana por la que arrojar sin disimulo alguno aquello que cruza mi cabeza. ¡Qué los blogs están resucitando!. Clamaba alguien hace poco en ese altavoz amortizado que resultan ser las redes sociales. Fíjate tú, que igual pronto dejamos de ser un muerto viviente para volver a estar de moda, tan poco como cuando parecía que el cotarro este iba a ser el no va más.

Hoy si me siento tras el teclado mientras suena la música de nuevo. Tengo tantas cuentas pendientes que a veces me siento incapaz de enumerarlas una a una. El nuevo disco de Santo Rostro estaba en la lista. Un aviso por parte de Berto Cáceres, capo de Spinda Records poniéndome en aviso de que los de Jaén estarán mañana sábado 22 tocando en La Línea de la Concepción - seguramente cuando leas esto ya será historia, y espero que deje constancia para siempre del paso de Santo Rostro por el Pub Berlín a partir de las 22 horas - toca la tecla adecuada para que en ese momento se conjure la situación, y sin tanta pompa ni palabrería, para que me siente de una puñetera vez a tratar de plasmar durante un preciado instante de inspiración motivada por las canciones del grupo lo que me transmite este nuevo lanzamiento de una de las bandas más interesantes del panorama estatal y que con orgullo proclamo avanzadilla del Andalusian Noise.

Spinda Records, La Rubia Producciones y Discos Macarras aúnan esfuerzos en estos tiempos terribles para la vanguardia musical e incluso cultural si me aprietas, para que este nuevo trallazo de heavy psych con tonalidades stoner y la densidad lúgubre propia del doom o su vertiente pantanosa reconvertida en sludge torture placenteramente nuestros oídos, cerebro y todo aquel sentido que se ponga la servicio de seguir la línea marcada por los acordes distorsionados que emanan del talento nato de los miembros de Santo Rostro que además acercan posiciones hacia terrenos progresivos como muestra del contínuo avance en su manera de comprender como debe derivar el sonido propio.

Tonos oscuros como los que encontramos en "Matiz" donde converge un mantra lisérgico creado por los ecos psicodélicos junto a esa contundencia heredada de los padrinos del heavy metal o la violencia encaminada y revestida de crudeza que predican en "Carcasa digital" donde crean un telaraña de distorsión en la que te envuelves deseando ser devorado por el espíritu de Santo Rostro. Cinco canciones que van aumentando en tiempo según avanza el disco, desde la inicial "Telarañas" y sus 3.50 minutos hasta el final de la canción que da nombre al disco y se extiende hasta los casi doce minutos de delirio sonoro a base de riffs rocosos. "Después no habrá nada" es un paso adelante, un signo de evolución sin dejar atrás ni un solo instante su signo de identidad, la estela que los hace reconocibles. 

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