Last In Line - Jericho

Fiel al concepto de que la música para mí va mucho más allá de la objetividad e incluso afinando puntería, siendo capaz de crear afinidad o rechazo por ciertos músicos, reconozco que le he pillado cierta ojeriza a Vivian Campbell. Mira que me parece supremo su trabajo con R.J. Dio y que me gusta horrores aquella demostrade clase junto a Lou Gramm o con los maravillosos Riverdogs, que de dos de sus discos ya escribí aquí en el blog y cuyo disco homónimo de 1990 me parece descomunal. Pero su decisión de convertirse en guitartista “florero” primero de Coverdale y luego en modo superlativo de Def Leppard, contribuyó a ello. Que hubiese echado pestes en su día de R.J. -que tendría sus razones aparentes- para una vez fallecido este montar estos Last in Line reivindicando algo de lo que había renegado poco antes, creó en mí esa “enemistad” sugerida por las razones sentimentales que acompañan mi pasión por el rock.  

A tanto llegó la cosa que actuando con total premeditación y alevosía, ignoré los dos anteriores discos de Last in Line por mucha tentación que fuese el hecho de que en la formación titular andasen gente como Phil Soussan(sustituyendo desde 2016 al fallecido Jimmy Bain) y Vinny Appice, palabras mayores como sección rítmica para este que trata de poner orden a sus ideas en este blog. Al final he claudicado con este “Jericho”, tercer lanzamiento de Campbell y sus secuaces. Eso sí, un año he tardado en arriar la bandera blanca y abrir las puertas. ¡Y menuda sirpresa!. La primera, el vocalista, Andrew Freeman. Personalidad, buen hacer y ese toque a los vocalistas de hard de los ochenta pero sin sonar a desfasado. Un tipo que cumple con nota en las canciones más potentes y sobresale en las melódicas como “Dark Days” y “Burning Bridges”.


Todo ello con un Vivian que cuando le viene en gana, es capaz de hacer que su guitarra sobresalga, que se te marque y no escape de tu cabeza. Vivian le pega fuerte, saca riffs furiosos cuando la canción lo pide o la envuelve en magia si el momento lo precisa. La pegada de Vinny, siempre incansable y preciso y el bajo de Soussan tan personal como imprescindible termina de redondear el asunto. Hey Viv, hacemos momentáneamente las paces, porque con discos así de Heavy Rock, de ese que tanto me gusta, soy capaz decdecir de aquello de pelillos a la mar…


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