Malditos Ipods: Ty Tabor/The End Machine/Black Mercy Riffs

De verdad os digo que demasiadas veces pienso que no es que no hayamos aprendido del pasado sino que lo hemos hecho al pie de la letra. Creamos las identidades como aquellos recortables con los que cuando niño, recortabas vestidos y accesorios con los que vestir a una muñeca de papel. Un divertimento que decían que era de niñas pero al que a mi me gustaba jugar y de los que tenía varios en casa para mi disfrute. Y me viene a la cabeza porque contemplo a legisladores que van recortando con el fin de confeccionar su vestido para encajar en la convención social que entretejen sus votantes no vayan a pensar que juega a “cosas de niñas” o peor aún, a cosas de rojos sin respeto por nuestra tradición moral, esa que  consideran tan nuestra que ni importa que…en fin. Paso página, me interesa tan poco pulso el botón que vuelve el televisor en tinieblas. A veces creo que el extraño soy yo, otras, que son los demás y son ellos quienes me observan encerrados en su jaula de cristal. ¿Recordáis aquella maravillosa película de Amenabar, Los Otros?. ¿Quién no se ha sentido alguna vez así?. Invadido sin comprender que tal vez sea uno mismo el invasor, que para observar por la ventana no es indiferente en el lado donde te coloques.

A veces nos empeñamos en reconstruir un mundo artificial de sombras que desaparece como un castillo de naipes un día de levante con tan solo encender las luces. Otras sombras permanecen para siempre en los rincones oscuros y disculpen la redundancia. Algunas sobrevuelan el disco que Ty Tybor publicó hace un par de años. En compas de espera a “Black like Sunday” que King’s X lanzaran en 2023, el guitarrista recuperaba algunas canciones antiguas junto a otras nuevas que convivían  en la polaridad provocada por la muerte de su padre, la tristeza del adiós y la esperanza necesaria porque el tiempo no se para, y cuando lo hace de manera singular para alguien es porque ya no hay más que caminar. “Shades” es reconocible para cualquiera que haga suya la discografía de King’s X, donde la suma de las partes es fundamental y obviamente, Tybor es parte y responsable de una de ellas. Cuando es necesario su guitarra expresa rabia, fuerza, desprende efluvios rockeros de alto octanaje. Cuando el momento lo requiere navega entre acústica  o recrea atmósferas envolventes. Las melodías deudoras de los 4 Fabs es algo tan natural que no nos extraña. “Shades” viaja de los estruendos más metálicos a los destellos pop con enorme coherencia. Me pongo una y otra vez “Sister Genocide” como si fuese la primera.

Toca subir el volumen, desanudar amarras y seguir la corriente eléctrica. The End Machine ya con su tercer disco. George Lynch y Jeff Pilson no sólo siguen cumpliendo su viejo sueño de tocar juntos -bueno, añadamos un casi, porque era tocar juntos como Dokken pero con Don lo más lejos posible- sino además parece que ban a sobrevivir a Dokken ya que los problemas de salud de Don Dokken apuntan a que el fantástico “Heaven comes down” lamentablemente apunta a que pueda ser el último, ya el tiempo dirá. No  voy a negar que la salida de Robert Mason de la banda era algo que a priori se me presentaba como un inconveniente ya que me parece un vocalista fabuloso. El elegido para las voces en este “The Quantum Phase” es Girish Pradhan, un auténtico desconocido para mi. Pero oye, prueba superada y con nota, ya que hace un gran trabajo en este estupendo disco, que debe de hacer las delicias de los que  disfrutamos sin condición ni complejo de este tipo de hard rock. Reconozco aquí y allá ecos de aquellos Dokken con Pilson y Lynch en sus filas como en el solo de “Time” y por supuesto se me presenta el guitarrista con sus propios Lynch Mob. Si en algo destaca Lynch amén de su fiereza y destreza, es ser capaz de sonar actual sin que durante ni un solo instante deje de ser reconocible. Pero no es solo su guitarra, sino las canciones, que presumen de fuerza, de ese toque hard rock omnipresente con el anzuelo bien situado para enganchar con sus melodías. No me duelen prendas en reconocer mi debilidad con el universo Dokken, pero es que estos viejos zorros se han marcado un disco enorme.

Termino la mañana en el patio buscando el refugio de unos rayos de sol que aún se resisten a hacer insoportable el rendirles pleitesía a según que horas mientras pienso en lo bien que estaría en la con una cerveza bien fría en una mano y un libro en la otra. No envidio California y los que conozcáis las playas de este Sur del Sur sabrá de lo que hablo y mira que al principio me hacia gracia aquello de Cadizfornia hasta que se convirtió en recurso de pijos posmodernos que practican el onanismo recreando una cuenta llena de likes y un gin tonic en copa de balón. Aunque hoy vuelva a Los Angeles -que como Loquillo siempre quise ir a L.A. pero sin la necesidad de dejar un día esta ciudad- aunque sea a través de los sonidos impregnados en los adoquines del Sunset Boulevard de los años 80 de la mano de Black Mercy Riff y su “Laid to rest” editado el pasado año, un disco que bebe de las influencias de L.A. Guns y es que incluso encuentro similitudes entre la manera de cantar de Riot Rob, su vocalista y Phil Lewis, junto a otras bandas que construyeron una forma de entender el hard rock y que se extendió al mundo mientras duró el apoyo de los grandes medios hasta que vieron el color del dinero en otro lado. Canciones potentes como “Heart of coal” con una guitarra que escupe fuego o ritmos infecciosos de puro sleaze en “Set to flames”, muestran como aquella actitud ha sobrevivido aunque ahora solo la disfrutemos unos cuantos, pero que sigue latente en grupos que hacen tan buenos discos como estos Black Mercy Riffs. 

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