Malditos Ipods: Vitriol/Hate Eternal/Inner Sanctum
No sé si os he contado que este pasado septiembre me matriculé en la Universidad. Concretamente en Antropología Social y Cultural, pocas asignaturas este primer año, para ir probando y cogiendo ritmo. Lo cierto es que el primer cuatrimestre pues muy bien, una sobredosis de autoestima. Dicen que a los 50 hay tipos a lo que les da por perseguir chicas de 25 -o chicos-y a mi me ha dado por deshacer viejas cuentas pendientes y alistarme en la facultad. Eso si, teniendo en cuenta que crecí con películas como Porky’s o Desmadre a la americana, me esperaba otra cosa. Bromas aparte, el grado de satisfacción y el tiempo libre que me quita rayan a un nivel similar, pero como sarna con gusto no pica… eso si, lo de leer más allá del temario y libros relacionados con la carrera, es quizás un pequeño handicap con lo que mi lista de novelas a leer en verano, crece y crece, y crece…Me puse como refugio las noches en la cama y los fines de semana, momento de desconexión en el que dedicar momentos, entre otros asuntos de ocio, a mi género favorito de la literatura, el terror, y ahondando en ello, rollos distópicos, panoramas post-apocalípticos y sobre todo zombis. Entre finales de marzo -con la ventaja añadida de los días sin laburo de la Semana Santa- me he despachado bien a gusto, “El Yermo” de Sergi Llauger y ahora ando ya medio devorado -mira tú que propio- "Proyecto Exitium Z" de Fernando Cabeza. Lo que no sé si achacar a este cambio en mi forma de vida, al haber cruzado hace ya casi dos años el medio siglo o porque me apetece y punto, un retorno al mundo del metal extremo y especialmente al Technical Death Metal. Por eso mientras enciendo el Kindle y va cargando la página en la que me quedé, suenan Vitriol y su "Suffer & Become", un disco que en mi cabeza hace que la máquina del tiempo navegue hacia el Death Metal facturado a comienzos de este siglo, que teniendo en cuenta que hablamos de más de dos décadas, podemos también denominarlo clásico, aunque el nombrar el término siempre nos encamine hacia Florida y otros lugares que dieron una vuelta de tuerca al metal buscando agudizar aún más la estridencia sonora. El disco de los de Oregon, además de contar con una portada que hace honores a lo que vas a encontrar una vez que pulsas el play, es un ataque frontal perfectamente y milimitradamente fundamentado. No solo consiste en toneladas de brutalidad sino en ser capaz de otorgarles una estructura capaz de hacer funcionar tu cerebro a su ritmo.Y sin saber bien por que, o tal vez si, de Vitriol salto hacia "King of all Kings" de Hate Eternal, el disco que los de Florida se sacaron de la manga en 2002 y que en su momento me voló la cabeza y lo sigue haciendo veintidós años después de manera magistral. Uno de esos discos capaz de construir un muro de contención que resiste cualquier envite y permanece imbatible a pesar del paso del tiempo. Si algo me gusta en demasía de Hate Eternal es que a pesar de su brutalidad intrínseca, de la violencia sonora desgranada por la garganta de Erik Rutan soy capaz de transcribir perfectamente todas y cada una de las líneas vocales y lo que canta -¡lo entenderás tú!, espeta mi mujer a mi lado-. Es cierto que a fin de cuentas, Hate Eternal no hacían más que llevar un paso adelante el sonido de Florida, la influencia de Morbid Angel o Suffocation como base sobre la que comenzar a construir un sonido capaz de asentarse como cimientos de aquello que comience a tomar forma a partir de este nuevo siglo en el que vivimos forzados por esa maquina sin retorno llamada vida. Seguramente un disco como "King of All Kings" pueda provocar distintas reacción según la idea concebida que cada uno tenga sobre como debe evolucionar el metal extremo o que vías deben de quedar abiertas y cuales virar hacia la contención que no la extinción. Para mí, este disco es una puñetera maravilla.Y que ocurre, que después de las descargas apocalípticas de Vitriol y Hate Eternal, me encuentro de frente con "The Great odd ones", tercer disco de los alemanes Inner Sanctum y las señales de alarma que detonan en mi cabeza señalan que a pesar del buen sabor de boca que me produce el death melódico de los germanos, lo sitúo en una escala menor teniendo en cuenta la comparación -por injusta que pueda parecer- con los dos discos que anteriormente han combatido la estabilidad de mis altavoces. ¡Cuidado!, que me estoy dejando llevar por la emoción del momento y me estoy dando cuenta que seguramente estoy dando un impresión equivocada de este disco de Inner Sanctum. "The Great odd ones" es un disco que se disfruta y mucho. Estos tipos saben lo que hacen y lo hacen bastante bien, una banda que no defraudará por ejemplo a aquellos que añoran los mejores tiempos de Amon Amarth y esa ecuación épica en la que tan bien saben moverse este tipo de bandas, lo que ocurre es que una vez que el disco llega a su fin, a pesar del buen sabor de boca, te das cuenta de que vas a pasar página rápido.
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