Skid Row - Subhuman Race (1995)
Los vaivenes de la vida nos ha demostrado que cuando existe la posibilidad de una compensación económica de por medio, “nunca jamás”, se convierte casi en una utopía, un puerto franco olvidado por el cambio de rutas comerciales, más aún en un vetusto modelo de negocio musical que pasó del todo a la nada con la misma perplejidad que capacidad de reacción. Hemos visto enemigos intimos enterrar aparentemente rencores insalvables a cambio de giras -no siempre de “primer nivel”- que provocasen movimientos en sus cuentas bancarias, pero ojo, que seguramente no se suba a los estándares del romanticismo rockero por excelencia, pero a muchos de esos músicos esos ingresos extras les vienen más que bien, que el vivir holgadamente de la música ya es cosa de unos pocos afortunados. Estos días atrás he vuelto a leer entrevistas a Rachel Bolan y Dave Sabo, en las que les preguntan por una posible reconciliación con Seb, después de que Erik Grönwall abandonase el grupo por temas de salud, dejando a su espalda un fantástico disco como es “The gang’s all here”, del que ya escribí en el blog (aquí) dejando constancia del fantástico vocalista que es el nórdico, el único a la altura -y mira que me gustan los discos con el fallecido Johnny Solinger, pero para mi gusto por debajo de lo grabado con Bach y Grönwall- del vocalista original del grupo. Volviendo a los rumores de reunión, tanto Bolan como Sabo siguen dándolo por imposible y no ocultan su animadversión por Sebastian. Por otra parte, este no se queda atrás y aprovecha la más mínima para soltar alguna que otra puya a sus ex compañeros.
Desconozco si por el devenir de los tiempos para el hard rock o porque juntos eran capaces de hacer fluir una magia que por separado no se da, ninguna de las partes ha terminado de funcionar al 100% por separado, y eso reconociendo -de nuevo- que “The gang’s all here” me parece fantástico y que hace un par de días me empapé a fondo “Child within the man” de Sebastian Bach y me ha enganchado muchísimo, como no había conseguido con sus otros discos en solitario pese a la devoción que profeso por el vocalista. Una frase que se quedó grabada en mi memoria de una entrevista a Skid Row a principio de los 90, fue: “en nuestro séptimo disco sonaremos como Venom”. No nos engañemos, “Slave to the grind” ya supuso una notable evolución respecto a potencia comparado con su justamente laureado debut. Además, tuvieron las agallas de llevarse de gira a unos Pantera en estado de gracia con “Cowboys from hell” y que desde luego, su menor preocupación era facturar canciones para un público que había llegado en algunos casos, al hard rock a través de las power ballads emitidas en la MTV. Para lo que si creo que buena parte de sus fans no estaban preparados era para un disco como “Subhuman race”.
Las cosas ya no eran igual en el seno de la banda , aquello no es que fuese como en Dokken pero tampoco una balsa de aceite. Bolan y Snake por un lado, con un concepto del estrellato -que por otra parte comenzaba a menguar en favor del grunge- frente a un Sebastian que seguia siendo un fanático del rock, de las bandas que siempre habia adorado y también hay que decirlo, en el grado superlativo en el que lo hacia todo, del alcohol y otras sustancias. Estamos hablando del 95, las cosas han cambiado tan rápidamente que incluso, Kurt Cobain, mensajero de los vientos de cambio en el mainstream del mundo del rock -por muy dignos que pretendan presentarse en sociedad sus fans- puso fin a su vida el año anterior. Como ocurrió con “Native tongue” de Poison, tratar de sonar acorde a la época con el peso de un pasado reciente no era sencillo, ni convencía a sus viejos fans ni conseguían llamar la atención de los que habían migrado hacia nuevos sonidos de moda y mira que “Subhuman race” es un disco que siempre he pensado que podría gustar sin problemas a aquellos que reivindican a esos gigantes llamados Alice in Chains. Y es que “Subhuman race” es un disco árido, agresivo, subterraneo en sonido eludiendo la grandilocuencia de la que hacian gala hasta hacía bien poco.
Pero es que además sin la presión de asaltar las listas, o al menos del mismo modo o forma de canción que pegase en las radiofórmulas, Skid Row se centraron en detalles y atmósferas para este disco, que presuponemos no pudieron hacer con anterioridad. Producido por Bob Rock que el año anterior cocinó un “Black album” al que el tiempo le ha dado la razón y le ha reconocido meritos, facturaba un disco repleto de matices, que piden a gritos la atención que requiere varias escuchas concienzudas, además de un giro lírico que profundiza en las distintas y tantas veces tan compatibles como contradictorias emociones y situaciones que rodean y erosionan al ser humano. “Subhuman race” no consiguió la comprensión ni de uno ni de otros, ni de los que no querian ir más allá de aquellos Skid Row hasta los primeros años de los 90 ni de los que no osaban acercarse a ellos, presuponiendo una marca registrada con la que no querían casar. Allá cada uno con sus intenciones, pero para mi “Subhuman Race” es un gran disco que merece la reivindicación aunque sea desde un tugurio humilde como este blog.
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