El Rock Sureño siempre se ha posicionado lejos del rock and que brilla fulgurante bajo las luces de la gran ciudad, tratando de afincarse en la tradición, la reivindicación de la raíz disoluta de la tierra, un intento de unir la música popular del sur al “progreso” del norte, aunque en ello demasiadas veces pesen contradicciones derivadas de ciertos razonamientos que no por tratar de imbrincarlos en el pensamiento popular deben ser justificados. Por eso a veces el tratar de cerrar los ojos antes ciertos mensajes que se pretenden naturales dentro del country rock, americana o southern rock, como si fuesen la parte inevitable de un guión establecido, como un inevitable mal menor porque son ciertos tipos de músicas que se han convertido en señal de pureza frente al resto, para cierta parte del personal militante de la escena actual del rock. No olvidemos la reacción de
Lord Bishop hace ya unos años al encontrarse una bandera confederada en uno de las salas españolas por donde pasaba su gira:
“So if you know me I’m a pretty left leaning social Democrat who fights for freedom and peace. Today I’m in Spain at amazing club except for this fucking flag that people in Europe still believe represents Southern Rock!!. But it represents hate!!. And the murder of people who look like me. But I take the high road tonight and not let this flag fuck my head!, And Rock like hell as a black man change the narrative!!!. Y eso que soy consciente que en la gran mayoría de ocasiones que en nuestros lares vemos ondear susodicha bandera, no es más que por mero objeto decorativo, estético y no reivindicativo, aunque no por ello, su significado deje de ser el que es.
Ese es el peligro de naturalizar a veces las cosas, que pretendemos desposeerlas de su ideología y al final esta aunque de manera a nuestros ojos oculta, permanece agarrada como la mecha de una bomba que nos puede explotar en las manos en el momento más inoportuno. No con ello estoy pretendiendo vincular el rock sureño a ciertas teorías racistas de entender como debería ser la vida, menos aún en tiempos en los que cualquier corriente cultural se convierte afortunadamente en transnacional, haciéndole perder el arraigo, peligroso constructo con el que se pretenden armar las identidades y en cuyo nombre, utilizándolas como pretexto, cometemos actos reprochables e inclusos criminales, utilizándolas como medios de exclusión, perdurando el concepto del “otro”, el que no es como nosotros, al que utilizar como excusa para la defensa o el ataque, según pretendamos reafirmar una u otra posicion. Eso y mi convencimiento pleno de separar autor y obra exceptoen los casos en que esta se convierte en objeto vehicular de la ideología del primero. Sureños por la gracia de Dios, y sobre todo de la música. Una de las familias por excelencia del Southern
Rock son los
Van Zant.
Johnnie y
Donnie Van Zant vuelven tras dos décadas, ha sentarse codo con codo para grabar un disco cuyo eje central es la fe cristiana de la que por otro lado siempre hicieron gala. “
Always look up” (2024), recoge la herencia de ambos, su propia manera de comprender el rock sureño, alejándose del rincón más ortodoxo y cercano al country rock y acercándo posiciones propias del rock melódico que ya ha explorado anteriormente como
Van Zant como con
38 Special en el caso de Donnie. El tono general del disco es de guitarras acústicas y eléctricas cristalinas, dando mucha importancia a las voces que eso si, añaden mucha fuerza a esta letanía constante y omnipresente durante toda la grabación a sus creencias personales que trasladan a sus canciones, imagino que como forma y manera de trasladar la palabra, de predicar entre las legiones del rock, quizás en esferas alejadas de su zona natal, no tan inmersas en su forma de vivir. Un disco, que vuelvo a incidir en ello, más allá de su mensaje, que lo tomo como si de cualquier obra conceptual se tratase, personalmente me ha encantado y que me ha llevado a tender puentes con aquel maravilloso “Take it on faith” de
Rossington.
Mientras nos podemos ensarzar en una esteril y banal discusión sobre quien enarbola en la actualidad con mas fuerza la bandera del rock sureño, o incluso llevando más allá el debate sobre si bandas como
Drive By Truckers podrían actualmente encajar dentro de los rincones que traten de delimitar el género o incluso alguien como
Chris Stapleton. Porque puestos a ser exigentes respecto a las reglas a seguir,
The Blackberry Smoke, a quien muchos consideran la “gran esperanza blanca”, ¿las cumplen a rajatabla en sus últimos discos o sus directrices miran cada vez más hacia los cánones del rock americano clásico?. Debates que deben servir para encender la pasión por las bandas, la música, no para terminar en agrias desavenencias que no llevana ninguna parte por mucho que pretendamos coronarnos Doctores Honoris
Causa de la inexistente Universidad del Rock And Roll, que si alguna vez existió, su lugar debió ser siempre la calle y las esquinas de los bares. Por mi parte, últimamente apuesto por tres bandas, Robert Jon & The Wreck, aunque su último disco, “Red moon rising” me haya resultado una pequeña decepción, porque lo encuentro algo falto de fuerza, The Steel Woods y The Georgia Thunderbolts. Estos últimos, esencia y continuación del Southern Rock más deudor de Lynyrd Skynyrd en verbo y espíritu. Su disco debut, editado en 2021, “Can we get a witness”, no solo tuvo su lugar en el blog sino que además se terminó colando entre mis preferidos del año. “Rise above it all” (2024), contiene todos los ingredientes fundamentales que me engancharon a este tipo de música, guitarrazos gruesos -“Rock and Roll Record”, “Stand up”, coros -Moonlight play, sabor a carretera -“She’s gonna get it”-, blues pozoñoso -“It aint easy”-, medios tiempos intensos -“Crawling my way back to you”-… en definitiva uno de esos discos que es capaz de meter en mi cuerpo y espíritu una dosis de energía siempre bien recibida.
Y así casi como quien no quiere la cosa, de manera natural y debo confesar que no intencionada, la escalada de potencia ha ido subiendo gradualmente hasta llegar a
Texas Hippie Coalition y esta bomba de relojería llamada “
Gunsmoke”. Hablar del término Southern Metal es poner sobre la mesa no ya solamente las influencias prístinas del género sino añadirle la influencia del metal de los 90, a mi modo de ver, las referencias de
Metallica y su “
Black Album” y
Pantera con “
The great southern trendkill”, disco a reivindicar siempre que sea necesario, cimentando esa convulsión de fuerza desmedida, arrebato metálico y todas las bondades terrenales del Southern Rock, reforzando las flexibles estructuras del rock sureño y llevándolo a doblarse sobre sí mismo demostrando ser irreductible . Los de Denison, Texas, llevan encandilándome muchos años, y esta, su octava andanada sonora, no iba a ser menos. Correosos, contundentes, pero ojo, ¡qué por mucho que pueda chirriar a algún que otro purista, esto es Southern Rock con todas las de la ley!.
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