Malditos Ipods: Hard rock, rock hard

De un tiempo a esta parte en mi biblioteca domina la legión de los hombres muertos, fuerzas vivas de autores clásicos alrededor de un concepto diverso a la vez que común, girando alrededor de mis circunstancias personales elegidas, la maldición y el beneficio de la aquiescencia que implica. Nociones que la evolución no terminan de convertir en caducas y que como un río de enormes dimensiones se convierte en punto de origen y final de continuos afluentes que perviven en la conciencia. Los momentos de asueto los lleno de literatura de ficción, siempre a mi lado desde que era un chaval que pasó en la pubertad de Karl May, Emilio Salgari o Julio Verne a Stephen King casi de manera natural. “Carrie” me cambió la vida con doce años. El videoclub que había cerca de casa ayudó a hacer el resto. Se iban alternando películas como Viernes 13, La matanza de Texas… con todo el cine de acción que Hollywood fabricaba a marchas forzadas, muchas veces convertido en aparato propagandístico en plena guerra fría. Pero la percepción mía de aquellos tiempos no buscaba o encontraba intereses ocultos por muy claro que resultase. 


En aquellos días, volviendo a la música, no venir de EEUU, Inglaterra y Alemania casi era algo anecdótico, “exótico “, por mucho que ahora reivindiquemos bandas de cualquier punto del globo que sacaron muy buenos discos en los 80/90, pero que llegaban con cuentagotas. Brasil, Sepultura puso al país en el panorama musical de sonidos duros del rock, mostró que había vida más allá de la samba. La eclosión de los Calavera nos llevó a Dorsal Atlántica, Ratos de Porao o Sarcófago por ejemplo. O Raimundos si hablamos de punk rock. Ahora es distinto, entro a Bandcamp y me doy de bruces con Blind Horse. Pulso el play busco una silla donde agarrarme para no caerme al suelo mientras la potencia cruda, árida, auténtica que desprende este “Rock and Roll Days” por todos sus poros. Miradas a los setenta pero sin caer en el recurso sencillo de reclamar para si como tributo un descarado ejercicio de copia y pega. Bind Horse atrapan el rock de carretera, el blues eléctrico, el proto heavy de riffs monolíticos incluso los difusos pasillos del rock ácido. 


Mientras me recupero de la  gozosa “paliza” recobida por las canciones de Blind Horse, giro hacia la historia que se trae entre manos Tommy Henriksen, guitarrista habitual últimamente de Alice Cooper  y de su “supergrupo” -el de Alice, Johnny Depp Joe Perry- Hollywood Vampires, que decide rodearse de un puñado de colegas para sacar adelante sus canciones propias, y claro, cuando tienes a tu alcance la posibilidad  de que gente como los tres nombrados arriba y otros como Nikki Sixx y Kane Roberts -otro ex de Alice Cooper, además guitarrista de dos de mis discos fetiches de Furnier, por eso de que la cabra tira al monte- y pones tus canciones en las manos de Mutt Lange -quien consigue que “The last night on earth” suene a aquellos Def Leppard a cuyo éxito comercial contribuyó- para que a tu pasión nada disimulada -ni la mía- por AC/DC, el resultado es un disco que no necesita sonar original sino electrificar tu espina dorsal, ¡y valgame San Bon Scott si lo hace!. 

Ron Keel es otro de esos tipos que nunca ha tirado la toalla. Ya estaba a principio de los 80 pero el éxito masivo nunca echó raíces en su rincón. Aún así, Ron siempre ha estado con su propia banda, su carrera en solitario o en alguna otra historia en la que ha participado , haciendo siempre canciones, que según bajo que nombre salían, han abarcado desde el country rock al hard de espíritu más clásico o haciendo versiones de Black Sabbath con Emerald Sabbath. Quizás porque a fin de cuentas, una manera u otra de hacer sonar sus canciones, a fin de cuenta conducen hacia él, este “Keelworld”, haciendo honor a su nombre, recoge con nuevas composiciones su querencia por el hard rock en sus distintas concepciones al rock de corte country, o viceversa, bajo su propio epígrafe. Este “Keelworld” tiene aromas a Thin Lizzy en “Hard on the outside”, a rock americano en “Hollywood”, al heavyrock de Steeler en “Give me guitars (or give me death), “Weekend with my friends” a Van Halen, “Taking me back” a un Springsteen ultra rockero o el medio tiempo a lo Jon Bon Jovi de hechuras country de ‘Faster Horses”, amén de una potentísima versión de “Children of the grave”. No pienses que este disco es un batiburrillo sin norte ni sur, ni mucho menos, porque Ron Keel es el nexo común y muy presente. Un disco para disfrutar de uno de esos tipos tan necesarios en este negocio.

Para terminar, el enésimo proyecto de uno de los vocalistas actuales de hard rock más en forma de UK, Lee Small, con un currículum que no voy ahora a desgranar porque podría hacer interminable esta reseña “express”. En Kings Crown, une su espada a la del guitarrista Martin Kronlund, otro músico cuya lista de bandas es significativamente larga para marcarse ambos un disco mayúsculo de hard rock que abarca desde los coqueteos blues de los 70 hasta los efluvios más contundentes  de los ochenta, construyendo con destreza y naturalidad una capacde melodías supremas acompañadas de unas guitarras constantes y omnipresentes. Kings Crown rockean con gusto y elegancia, por momentos por tu mente vuelan Whitesnake, Rainbow -los de Ronnie y los de JL/Bonnet-, UFO, Talisman… no sé, una cantidad de grupos y discos que han escrito con letras de oro la historia del hard rock con un Lee Small que brilla de manera excelente, demostrando estar a una altura con la que muchos sueñen. Por cierto, desconozco si por mediación de Glenn Hughes, aunque probable debido a la amistad que le une con Small, el batería de este “Closer to the truth” es Pontus Engborg. Cuatro discos de personalidades propias y maneras particulares de rockear duro.

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