Malditos Ipods: Por un puñado de… discos
Por un puñado de discos de 2024 que me quedan por escuchar y que tengo intención de que no se queden sin sonar. Por un puñado de canciones variopintas, con la distorsión en la mayoría de los casos como dogma de fe, vienen a mi, directas a los oidos, al cerebro, a mi espina dorsal, que aprendió hace ya demasiado tiempo, que los domingos, entre otras cosas, los hicieron para bailar. Creo que ya he comentado alguna vez en el blog un concepto que me tiene atrapado, la retrotopía de Zygmunt Bauman. Si no lo hice, o no me leiste en el momento excacto, te recomiendo buscar lo que explica el sociólogo y filósofo polaco en su obra póstuma de 2017, porque no podria tener más actualidad en los momentos de deformación que nos toca vivir en el que viejos espíritus corruptos que creiamos casi extinguidos, lucen fuerza a pecho descubierto y cara al sol, sin el más mínimo gesto de remordimiento y necesaria vergüenza. Añoran una libertad pasada y próxima de décadas anteriores a principio de nuestro siglo vigésimo primero.
¡Qué pregunten a Ice-T por el disco debut de sus Body Count?, aquel trallazo bastardo de metal y rap de inicio de los noventa al que extirparon para la posteridad aquel implacable “Cop Killer”. Los riffs profundos de Ernie C. y la siempre afilada lírica de Ice-T dinamitan cualquier atisbo conformista que pretendas presuponer a este “Merciless” (2024), de guitarras abruptas por parte de Ernie y Juan García, la apocalíptica batería de Will Dorsey Jr, colaboraciones de gargantas torturadas como la de George “Corpsegrinder” Fisher -Cannibal Corpse- o una personal adaptación de “Comfortably numb” con la bendición, aprobación y solo de guitarra incluido de David Gilmour. Energía encapsulada en canciones, fuerza bruta concentrada en arañazos thrashers, en furiosos arrebatos metálicos, señalando con dedo acusador a un sistema que camina continuamente por el filo de la navaja. Apabullante este “Merciless” de Body Count que es como ir resuelto y desatado en una empinada montaña rusa.
Una vez con los pies en la tierra y las rodillas temblorosas, finalizado el escabroso recorrido, decides embarcarte ahora en un plácido e intenso viaje por carretera con el sol calentando tu piel a través de las ventanillas del auto. Este itinerario escapando del blanco frío invernal para refugiarte en unos cálidos brazos que te acogen como una caricia inesperada, es “Nomad” (2024) del incansable, infatigable, nunca ocioso Richie Kotzen, que entre proyectos propios y “extraños”, sigue alimentando su ya extensa carrera en solitario. Rock, hard rock, blues, funk, jazz, un hipnótico cruce de caminos donde detener viaje y aprovechar para vender tu alma al diablo por treinta y cuatro minutos de canciones con las que el guitarrista, con una elegancia ala altura de la técnica que posee se ponen en manos del talento descomunal de Kotzen. “Nomad” tiene la virtud de hacerme sentir bien, de que me invada una sensación de bienestar mientras mi cuerpo, torpemente, se deja llevar por el insinuoso vórtice decla música. No es cara o cruz, es la fortuna de reactivar emociones de distinta manera.
Terminada la brillante “calma” me dirijo de forma voluntaria a la tormenta. Caigo en la cuenta que esta diáspora que comenzó con Body Count, fluyendo en Richie Kotzen y ahora ebulle con Pounded, tiene sus pies clavados en la tierra del Tío Sam. ¡Rayos y truenos!. Prometo que no ha sido premeditado ni había en mí afan de conceptualizar, simple casualidad. Tercer disco de los californianos que confirman la tendencia de su anterior album, de abandonar coqueteos con el power metal para centrarse en el fundamento más tradicional del heavy metal, además de invocar el espíritu de la NWOBHM, aquí sobre todo el que explota con fuerza es concretamente en el que se facturó en los ochenta en EEUU, y es que a estas alturas, en las que Manowar hace ya muchísimo que ni están ni se les espera, escuchar las canciones de este “Thunderforged” (2024) templa el ánimo y destierra cualquier atisbo de nostalgia. Pounder es heavy metal, “Thunderforged” la confirmación de su lealtad al género y uno de esos discos que difícilmente te puede defraudar a poco que esta música sea parte de tu vida.
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