Aunque Stryper nunca fue una banda por la que siéntese excesiva predilección, y no por el mensaje de sus letras, que me produce el mismo egecto que cuando escucho cantar a Satan, batallas medievales o conducir vacas a través de Texas, “Soldiers under command”(1985) y sobre todo “To hell with the Devil” (1986) me resultan dos discos muy disfrutables, pero con “In God we trust” (1988) pinché hueso. Conozco a mucha gente que les parece casi una obra maestra del hard melódico de los ochenta, pero a mi se me hace insulso, excesivamente empalagoso y falto de fuerza. Para gustos, colores, dicen. A raíz de ello me desvinculé del sonido de los rockeros más cristianos -y viceversa- por mucho que “Against the law” (1990) explorase tesituras más hard. Así que su regreso discográfico a principios de de este siglo con “Reborn” (2005) -si la memoria no me juega una mala pasada- hasta la actualidad me pasó desapercibida, hasta que sin ningún motivo en concreto, y reconozco que con tampoco excesivas expectativas, eché a sonar este “When we were kings” (2024), que vió la luz, nunca mejor dicho el pasado octubre.
¡Y la sorpresa ha sido mayúscula!. Me he encontrado con unos Stryper, que además decla particular y fantástica voz de Michael Sweet, derrochan una potencia equilibrada con las dosis de melodía que no pueden faltar en un disco de la banda. Cabalgadas heavys impulsadas por unas guitarras sobresalientes, construyen un fabuloso disco de hard n heavy pero cuidado, que cuando se trata de echar un poco más de azucar de la cuenta, Stryper son maestros en el asunto. “When we were kings” me resulta un gran disco que me lleva a plantearme el retomar su discografía donde la dejé y especialmente a partir de “Reborn” (2005) hasta “The final battle” (2022) exceptuando “The Covering” (2011), disco de versiones que pienso obviarlo como decidí en su momento tras un breve intento, pero que ello no empañe el gran sabor de boca de este último álbum.
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