Angelus Apatrida nos había dejado en un estado de excitación creciente mientras la pista se apretaba más y más convirtiendo aquello en una asfixiante caldera humana, ansiando la salida de Mustaine. ¿Qué versión del musico estadounidense nos encontraríamos?. ¿“Angry again”?, ¿No more Mr. Nice Guy?” o a un Mustaine reconciliado con sí mismo y con el mundo. Afortunadamente nos encontramos con la mejor versión de un músico que ha sabido reconvertir la espiral infernal en la que llegó a convertir su vida. El gran secreto de Megadeth es que Mustaine, escoltado siempre por un elenco de músicos excepcionales, ha conseguido conjugar la fuerza del Heavy Metal con el suficiente toque de “comercialidad” para que sus canciones ramifiquen de manera no forzada entre los espectros más amplios de fans del metal. Para la ocasión se acompaña de una banda de lujo, un músico capaz de tocar con solvencia allí donde lo pongas comos es James LoMenzo y luego otros dos excepcionales, Teemu Mäntsyaari y Dirk Verbeuren, que siendo conscientes en todo momento que el foco de atención siempre va a estar dirigido sobre la figura de Mustaine, no tienen problema de cargar el peso musical del concierto sobre sus hombros, mostrando una maestría reconocida desde el primer instante y además respetando con fidelidad las notas otrora tocadas por gente como Nick Menza, Kiko Loureiro o Marty Friedman.
Comenzar un concierto con “Hangar 18” es hablar de una victoria anticipada. Megadeth suenan como una monstruosa apisonadora sobre el escenario, con un Mustaine en muy buen estado físico que comanda el ataque, sacando fuego y furia de las notas de su guitarra mientras que es su voz donde más se nota el paso del tiempo, aunque hay que ser justos y reconocer que la voz de Mustaine siempre ha brillado más por su tono característico que por su torrente, y esa marca reconocible sigue intacta cada vez que acometé la misión de llevar hacia nosotros sus letras. Si “Hangar 18” ya ha provocado los primeros pogos, “Wake up dead” pone bocabajo un lugar con tanta historia y belleza como es la sevillana Plaza de España, que arde con el inextinguible fuego del Heavy Metal. La noche navega por su cauce habitual, los hombros comienzan a resentirse con los empujones y la columna con el constante headbanging, ¡pero para eso hemos venido hasta Sevilla esta noche!. Ojos como platos ante los solos de guitarra de Teemu y con esa sala de máquinas precisa que construye una impecable sucesión de poderosos ritmos a manos de Verbeuren.
Con bandas como Megadeth siempre echas de menos canciones en su set list pero se compensa de sobremanera cuando tu cerebro asimila que desde los altavoces escapan como puños canciones grabadas a fuego en tu inconsciente cómo ‘Countdown to extinction”, “Skin of my teeth”, “Tornado of souls” y una canción que personalmente me encanta como es “Dystopia” perteneciente a un disco que merece ser reivindicado mucho más a menudo. La marea de gente es constante, el calor se combate con el fuego que escapa desde el escenario, Mustaine se muestra feliz, los allí reunidos para escuchar sus canciones, más aún. Suena “Mechanix”, Mustaine se reivindica y no puedo evitar compartir una sonrisa y mirada cómplice. ¡Bien hecho, Dave!. Apoteósico cuando estalla en la calurosa noche “Peace Sells”, con un coro de innumerables gargantas entonando el estribillo. Aquello es como cuando corres hacia la batalla y la adrenalina sustituye al miedo, !ya no hay vuelta atrás¡. Megadeth se despiden con “Symphony of destruction” y “Holy wars”. Una cronometrada hora y media de un abrasador arsenal de Megadeth pasó por el Icónica. ¡Aguante Megadeth!.
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