El pasado 2024, los daneses colocaban en nuestros equipos de música este "Speed of Darkness" que yo terminé colocando entre mis favoritos del año. Seguramente, algunos perdiesen la pista de la banda de los hermanos Binzen y Stig Pedersen, una de esas bandas que a base de fe y una fiel legión de seguidores, han superado las vicisitudes de un negocio cada vez más esquivos para seguir haciendo música. "Speed of Darkness" no viene a innovar nada de lo que esperamos de ellos. Cierto es que el tono general del disco es bastante más relajado que en antaño, con querencia al medio tiempo que no al rollo baladista, solo que a estas alturas D.A.D. no precisan ser tan salvajes como antaño, pero aún así no pierden de vista la importancia en el hard rock del sonido de la guitarra, más una banda de predisposición a las hechuras clásicas de las que nunca han renegado, ni ellos ni tal vez nosotros, al fin y al cabo.
D.A.D. acumulan ya a sus espaldas cuatro décadas y 13 discos. Se dice pronto, quizás demasiado, en estos tiempos de emergencia, de prisa y desecho, en los que cinco minutos son demasiado tiempo y ayer un pasado lejano. "Speed of Darkness" es un disco para degustar, paladear sin prisas, sentirte acogido por la melodía intima de "Head over heels", la electricidad directa y sincera de "God prays to man" o "Live by Fire", arrebatos sonoros que viajan de Aerosmith a Cheap Trick sin complejos, sin copias impersonales, sino como vivencias adquiridas por discos y discos sonando en un viejo aparato de música. D.A.D. es de esas bandas tan necesarias que no somos conscientes de ello, o al menos, en mi vida son como un viejo corazón tallado en un tronco que el tiempo no logra borrar.
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